viernes, 7 de noviembre de 2014

Carlos Granés: Las vanguardias del siglo XX ampliaron las esferas de libertad (reseña)



El escritor colombiano Carlos Granés, Psicólogo y Doctor en Antropología, galardonado con el Premio de Ensayo “Isabel Polanco” por su libro El puño invisible. Arte, revolución y un siglo de cambios culturales, que concede la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, ha sido reconocido por Vargas Llosa como un investigador que ha logrado armar “un fresco completo, animado y lúcido sobre todas las vanguardias artísticas del siglo XX”.

El libro, editado por Editorial Taurus, es el resultado de la experiencia de trabajo obtenida por el autor en la Facultad de Arte de la Universidad “Jorge Tadeo Lozano”, en Bogotá, Colombia, y de su paso académico por la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de Berkeley, California.

La inquietud original tuvo su raíz en lo que califica Granés como una razón muy antropológica: “la insatisfacción humana que lleva a hombres y mujeres a buscar la utopía, a dejarse guiar más por fantasías que por realidades, a no conformarse con la imperfección del mundo y a buscar una nueva sociedad, un hombre nuevo. Quería entender ese rasgo humano; quería ver cómo se había manifestado en la política, la religión y el arte”.

El puño invisible profundiza en la historia pormenorizada de las vanguardias artísticas y culturales del Siglo XX, desde principios de siglo hasta las más recientes, argumentando en función de la necesidad de conocer sobre el nacimiento, desarrollo y finalización o mutación de las ideas y las obras que produjeron estos grupos.

Además de El puño invisible, Granés es autor de La revancha de la imaginación. Antropología de los procesos de creación: Mario Vargas Llosa y José Alejandro Restrepo. Es prologuista y seleccionador de los textos que contiene el libro Sables y Utopías. Visiones de América Latina (Aguilar, 2009), de Mario Vargas Llosa. Sus ensayos han sido traducidos al portugués y al francés, y publicados en las recopilaciones Horizontes estéticos (Anthropos, 2010) y Pensar la realidad (Fondo de Cultura Económica, 2011).

“Las vanguardias del siglo XX, con su espíritu anarquista e iconoclasta, ampliaron las esferas de libertad. Todos los vanguardistas enarbolaron el yo, la visión personal, el poder del individuo, la ruptura con la tradición, con las academias, con las instituciones y, en últimas, con cualquier entidad que estuviera más allá de ellos: belleza, humanidad, Dios, ley, arte, historia”.

Influyendo, según dice, en la vida común de la gente, conmoviendo las mentes, las costumbres, los valores y la forma de vivir de las personas. En esta influencia tuvieron un papel fundamental verdaderos pensadores, poetas y artistas, como André Breton o George Grosz, pero también abundaron los agitadores y los bufones.

“Artistas muy malos, dice, que han sabido explotar ciertos vicios del mundo contemporáneo para triunfar en el campo del arte”.

Ejemplo de ello se puede hallar en “la fascinación contemporánea por el escándalo que ha convertido a Damien Hirst en una megaestrella. El embeleso de los curadores con la teoría ha permitido que Michael Creed camufle la estupidez tras un falso barniz de conceptualismo. La intrusión de la mercadotecnia en el mundo del arte ha servido para que Jeff Koons busque asesores de imagen para que moldeen su perfil público”.

La lectura del libro de Granés es útil para comprender mejor cómo, a cien años de vanguardia, “una voluntad de ruptura y negación que movilizó a tantos espíritus generosos desde los comienzos del siglo XX, fue insensiblemente deshaciéndose de todo lo que había en ella de creativo y tornándose puro gesto y embeleco”, según afirma el Premio Nóbel de Literatura Mario Vargas Llosa.



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