Interesada por la historia del día a día y del papel del periodista en ella, en el caso de este libro, sobre el lanzamiento de la bomba atómica que dio fin a la Segunda Guerra Mundial, la investigadora y comunicadora social mexicana, Silvia Lidia González Longoria, escribió Hiroshima, la noticia que nunca fue, el cual realizó como tesis doctoral en el Colegio de México. Dice la autora: “La Hiroshima que yo conocí, me la recuerdan en las lecciones de la escuela, después empecé a sentir que había una visión en los libros de texto y una visión periodística”.
Cando se dio a la tarea de investigar encontró que las noticias sobre la bomba, publicadas el 7 de agosto de 1945, eran por demás insuficientes, “encontré tres líneas en un periódico donde decía: ‘Ayer cayó una bomba en Hiroshima y parece que hubo leves daños’, a mí me pareció un vacío, no sólo en las hemerotecas, sino un vacío de historia de la humanidad”.
Factores como la censura o la manipulación influyeron en el tratamiento superficial que se le dio a “la noticia más trascendente del siglo XX”. Las sociedades japonesa y estadounidense, así como la sociedad en general, fueron víctimas de la mala información. Hiroshima, la noticia que nunca fue define la idea de silencio que mató a tantos miles de seres humanos y a la noticia misma.
En su libro revela el funcionamiento de los medios de comunicación, durante la Segunda Guerra Mundial y en cualquier conflicto reciente. Además de centrar su investigación en los sucesos, Silvia Lidia voltea su atención hacia las víctimas, algunos de cuyos sobrevivientes entrevistó y a otros participantes como el científico de origen hispano, Luis Álvarez, encargado de indicar el momento del lanzamiento de la bomba.
“A partir de su voz se lanzó el misil atómico, el hombre que se va a la cola del avión a dibujar la nube atómica empieza a pensar en su hijo de cinco años y a escribir una carta preguntando si realmente valió la pena.”
Cando se dio a la tarea de investigar encontró que las noticias sobre la bomba, publicadas el 7 de agosto de 1945, eran por demás insuficientes, “encontré tres líneas en un periódico donde decía: ‘Ayer cayó una bomba en Hiroshima y parece que hubo leves daños’, a mí me pareció un vacío, no sólo en las hemerotecas, sino un vacío de historia de la humanidad”.
Factores como la censura o la manipulación influyeron en el tratamiento superficial que se le dio a “la noticia más trascendente del siglo XX”. Las sociedades japonesa y estadounidense, así como la sociedad en general, fueron víctimas de la mala información. Hiroshima, la noticia que nunca fue define la idea de silencio que mató a tantos miles de seres humanos y a la noticia misma.
En su libro revela el funcionamiento de los medios de comunicación, durante la Segunda Guerra Mundial y en cualquier conflicto reciente. Además de centrar su investigación en los sucesos, Silvia Lidia voltea su atención hacia las víctimas, algunos de cuyos sobrevivientes entrevistó y a otros participantes como el científico de origen hispano, Luis Álvarez, encargado de indicar el momento del lanzamiento de la bomba.
“A partir de su voz se lanzó el misil atómico, el hombre que se va a la cola del avión a dibujar la nube atómica empieza a pensar en su hijo de cinco años y a escribir una carta preguntando si realmente valió la pena.”
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