miércoles, 24 de febrero de 2010
Jorge Dáger le da vida a la naturaleza muerta
A Jorge Dáger le fascinan las frutas. Las representa gigantescas y esplendorosas en su saludable aspecto. Parece, que les falta solo la fragancia. Su minuciosa descriptividad causó que algunos críticos hayan visto en ellas una expresión del hiperrealismo. Y probablemente, las primeras composiciones del pintor podrían sugerir este juicio.
Las obras de Jorge Dáger representan las bien organizadas agrupaciones de las frutas tropicales, tratadas con un gran realismo; las mismas frutas que el artista conocía y apreciaba desde su niñez, vivida en gran parte en una finca familiar guariqueña. Las robustas y apetitosas naranjas, lechosas, cocos, caimitos y semerucos, a veces vistos muy de cerca, o en un corte compositivo parcial, exaltan su aspecto, de forma desmesurada, son representados en su rica y sensual materialidad de texturas. La pintura de Dáger muestra las pieles lisas y brillantes, o al contrario, porosas y ligeramente manchadas; algunas frutas aparecen abiertas, para permitir a una mirada curiosa penetrar sus gelatinosas partes internas, generosamente bañadas por la luz del trópico. Jorge Dáger como fiel exponente del hiperrealismo agranda el formato y sus frutas adquieren toda la luz. Su trabajo posee una exactitud rica en color. Su maestría es inmejorable en el manejo de la luz y en la creación de envolturas de plásticos con una precisión de versátil línea, revalorizando, eso sí, la realidad desde una perspectiva fresca y fulgurante; no hay anacronismo en su trabajo, sino una propuesta de acabada estética donde el talento y la técnica se entrelazan para brindar al espectador, en abierta exposición, una realidad de meticuloso trazo e inaudita belleza
Rafael Simón Hurtado. Escritor, periodista. Fue Jefe de Edición de Tiempo Universitario, semanario oficial de la Universidad de Carabobo. Director-editor fundador de las revistas Huella de Tinta, Laberinto de Papel, Saberes Compartidos, los periódicos La Iguana de Tinta y A Ciencia Cierta, y la página cultural Muestras sin retoques. Premio Nacional de Periodismo (2008), Premio Nacional de Literatura Universidad Rafael María Baralt (2016), Premio Municipal de Literatura Ciudad de Valencia, (1990 y 1992). Ha publicado los libros de ficción Todo el tiempo en la memoria y La arrogancia fantasma del escritor invisible y otros cuentos; y de crónicas, Leyendas a pie de imagen: Croquis para una ciudad. Ha hecho estudios de Maestría de Literatura Venezolana en la Universidad de Carabobo.
miércoles, 17 de febrero de 2010
DE LA SERIE: Seres Urbanos/Slavko Zupcic
¿Qué es para ti la ciudad donde vives?
La calle que veo desde mi ventana, algunos árboles. La panadería, el vendedor de periódicos, la lavandería. Esta pared frente a mis ojos, aquel cuadro rojo, el lugar donde apoyo los codos y comienzo a escribir.
¿Con cuál flor la comparas?
Con las campanitas que sembró mi madre para fijar los linderos de aquella casa perdida.
¿A qué huele?
A la boca de Giuliana, al cuello de Alessandro. Ciudad, hueles.
¿Cómo suena?
Pájaros y máquinas en concierto desquiciado, maníaco, hiperbólico.
Si fuese un libro, ¿cuál sería su tema?
El mismo libro de siempre, el mismo tema de siempre, ese tema que persigo y escribo, que busco y resisto hasta tensar la cuerda, el tema de todos los libros que sueño y (no) escribo.
Si fuese una comida, ¿qué ingredientes tendría?
Maíz y mozzarella, aceite de oliva. No poner tomate.
¿Qué ciudadano la habita?
Un barbero, el vendedor de libros usados, aquella mujer que sonríe, el anciano del estacionamiento, el vecino de al lado.
Si tu ciudad fuese una vulgaridad, ¿cuál sería?
La canción de la cachorrita.
Si fuese un graffiti, ¿que diría?
Fundador, (no) la cagaste. Con la opción de pensar el no todos los días.
Cuando estás lejos, ¿qué es lo que más echas de menos de tu ciudad?
La mujer que amo y el saludo cotidiano del vendedor de periódicos.
Si tu ciudad fuese un personaje de novela, ¿cuál sería?
Franz Biberkofp, el de Berlin Alexanderplatz. Con Alfred Döblin persiguiéndolo, indicándole inyecciones de trementina.
Cuando estás lejos, ¿qué es lo que más presumes de tu ciudad?
Lejos la tengo más, no la carezco.
Si tu ciudad fuese una expresión criolla, ¿cuál sería?
Ma che cazzo di domande sono queste. (Qué mierda estas preguntas. Traducción libre del editor)
Si tuvieras que mostrar un rincón de tu ciudad a un turista, ¿qué enseñarías y por qué?
Nunca converso con turistas.
Si tuviera que hacer un regalo producido en tu ciudad, ¿qué regalarías y por qué?
Una barra de pan envuelta en papel de regalo.
A tu ciudad, ¿qué le sobra?
Lo que le falta.
A tu ciudad, ¿qué le falta?
Lo que le sobra.
Por favor, díganos quién es usted y cuál es su ciudad.
Patas de Valencia, la de San Desiderio. Ojos de Salerno. Nariz de Barcelona. Cuerpo de Caracas. Ombligo del Turia, como la Valencia primigenia. Vasalbarcava, ¿existes? Yo soy tu íngrimo habitante.
Slavko Zupcic (Valencia, 1970) es médico venezolano, egresado de la Universidad de Carabobo. Ha practicado varios géneros literarios. Entre sus títulos, destacan Escúcheme Señor Sol (1989), poesía para niños; Giuliana Labolita: el caso de Pepe Toledo (2006), narrativa para niños; Los relatos Dragi Sol (1989); Vinko Spolovtiva, ¿quién te mató? (1990); 583104: pizzas pizzas pìzzas (1995); Barbie (1995) y Tres novelas (2006), y el ensayo Máquinas que cantan (2005). Ha obtenido los premios: Bienal de Literatura Infantil Luis Bouquet (1987); Bienal José Rafael Pocaterra (1990); Premio Municipal Ciudad de Valencia (1991); Mención de Honor de la Bienal de Literatura de Guayana (1994). Fue finalista del XIX Premio Herralde de novela. A partir del texto Amor que a otro puerto perteneces, y sus dos primeros libros de cuentos fue escrita la novela Círculo croata.
Rafael Simón Hurtado. Escritor, periodista. Fue Jefe de Edición de Tiempo Universitario, semanario oficial de la Universidad de Carabobo. Director-editor fundador de las revistas Huella de Tinta, Laberinto de Papel, Saberes Compartidos, los periódicos La Iguana de Tinta y A Ciencia Cierta, y la página cultural Muestras sin retoques. Premio Nacional de Periodismo (2008), Premio Nacional de Literatura Universidad Rafael María Baralt (2016), Premio Municipal de Literatura Ciudad de Valencia, (1990 y 1992). Ha publicado los libros de ficción Todo el tiempo en la memoria y La arrogancia fantasma del escritor invisible y otros cuentos; y de crónicas, Leyendas a pie de imagen: Croquis para una ciudad. Ha hecho estudios de Maestría de Literatura Venezolana en la Universidad de Carabobo.
lunes, 15 de febrero de 2010
Juego de niños
“La imaginación es más importante que el conocimiento”, dijo alguna vez Albert Einstein. Y tal vez por ello el rol de la imaginación ha sido impulsado de igual manera por las ciencias y las artes. De esta forma, el científico y el poeta, el matemático y el músico, el cibernauta y el pintor, con procedimientos y lenguajes distintos, indagan en la unidad del mundo, o al menos en sus conexiones, valiéndose de la imaginación como la aptitud que descubre las afinidades que se ocultan entre las cosas.
Y es en la niñez cuando el hombre, guiado por el juego y la imaginación, traza en el cuaderno la expresión más pura de su sensibilidad inteligente, el impulso poético, mediante la geometría y el trazo. La mirada convierte las paredes en pizarra, y la pizarra en ventana, a través de la cual lo invisible se recrea y lo visible se disipa. Aparecen entonces la casa azul con un techo de cristal, y un jardín con esferas y nubes colgadas de las torres de los árboles. En el cielo rosado del dibujo amanece el presentimiento de un paisaje, iluminado apenas por un sol infantil que sale por entre las grietas de las paredes en donde se guardan las huellas digitales de la luz.
Las pisadas del gato en una ventana, las rodillas desnudas de un tallo, la ternura que germina bajo la sombra de un párpado hecho postigo, son los espejos que informan de lo ilimitado del mundo; nada es obstáculo para detener la mirada del niño. Por el contrario, todo lo que percibe y crea, forma parte de la superficie que su mirada perfora. El dibujo es el universo reducido a signos.
Todos los días y en todas las latitudes los niños reproducen en sus juegos los mitos de los hombres. El niño juega, y el muro se vuelve cuadro y el cuadro espacio interior: es decir, lugar de revelación. Los soles infantiles que arden en la pared o en el cuaderno de dibujo son explosiones psíquicas. Devastaciones y resurrecciones del deseo; el aprendizaje en la todavía mirada salvaje del niño.
Podríamos decir como el poeta inglés William Wordsworth que el hombre es el hijo del niño. De allí la importancia de que los poderes infantiles puedan ser expresados desde la más temprana edad mediante los poderes del juego, extraordinarios y divinos, poderes de creación. Porque los niños, como los dioses, juegan. Y sus juegos son la demostración más palpable de lo que son capaces.
Por ello la trascendencia de una atención especial en la formación del niño durante los primeros seis años de vida. En ese momento, el hombre juega, mediante su imaginación, a oler, tocar, ver y probar el mundo que lo circunda pero con absoluta libertad. Es la edad inicial, cuando el alma humana se diseña; un período durante el cual aún no sabemos si los objetos que nos rodean nos darán la felicidad o son sólo un medio para alcanzarla.
Rafael Simón Hurtado. Escritor, periodista. Fue Jefe de Edición de Tiempo Universitario, semanario oficial de la Universidad de Carabobo. Director-editor fundador de las revistas Huella de Tinta, Laberinto de Papel, Saberes Compartidos, los periódicos La Iguana de Tinta y A Ciencia Cierta, y la página cultural Muestras sin retoques. Premio Nacional de Periodismo (2008), Premio Nacional de Literatura Universidad Rafael María Baralt (2016), Premio Municipal de Literatura Ciudad de Valencia, (1990 y 1992). Ha publicado los libros de ficción Todo el tiempo en la memoria y La arrogancia fantasma del escritor invisible y otros cuentos; y de crónicas, Leyendas a pie de imagen: Croquis para una ciudad. Ha hecho estudios de Maestría de Literatura Venezolana en la Universidad de Carabobo.
domingo, 14 de febrero de 2010
DE LA SERIE: Seres urbanos / Joaquín Marta Sosa
Foto de José Antonio Rosales
¿Qué es para ti la ciudad donde vives?
Es el espacio y el tiempo de mi construcción y de mi deterioro; es mi patria y mi cementerio; es la historia de mis amores y de mis odios; es aquello sin lo cual no sé a ciencia cierta qué sería o qué música me podría estremecer.
¿Con cuál flor la comparas?
Con esas flores salvajes que aparecen todos los días a la vera de las calles por donde transito y cuyo nombre ignoramos, pero que no abandonan la memoria de nuestros ojos y sensibilidad; son amarillas, violetas, azules, granas.
¿A qué huele?
Al torrente de un río insomne, lento, espeso, que parece abrazar todos los olores, apresarlos en uno y liberarlo en miles.
¿Cómo suena?
A los redobles de una despaciosa campana que se perdió entre las nubes de mi infancia y que recupero cada vez que abro los ojos en la mañana y los cierro por la noche.
Si fuese un libro, ¿cuál sería su tema?
El gran azar de los encuentros y de los desencuentros, de las historias que acontecieron y de las que estuvieron a punto de suceder, pero no lo lograron y que acaso hubiesen sido las más conmovedoras.
Si fuese una comida, ¿qué ingredientes tendría?
Una larga lluvia de aceite sobre vapor de arroz y una marca fuerte de alcaparras sobre papas en rodajas y carne muy pero muy troceada.
¿Qué ciudadano la habita?
Un nostálgico del campo y de la naturaleza porque su matrimonio con lo urbano es complejo y bastante mal avenido, que escapa de ella siempre que puede y que a ella regresa inevitablemente.
Si tu ciudad fuese una vulgaridad, ¿cuál sería?
Mi ciudad jamás será ni vulgar ni vulgaridad; sucia, mal oliente, sí, pero entre hormigones y asesinatos atestados de pájaros y de árboles que se niegan a morir.
Si fuese un graffiti, ¿qué diría?
Aquí estás y de aquí no te vas.
Cuando estás lejos, ¿qué es lo que más echas de menos de tu ciudad?
Los amigos, porque ellos constituyen, en esencia, nuestra ciudad.
Si tu ciudad fuese un personaje de novela, ¿cuál sería?
El protagonista de su propia novela.
Cuando estás lejos, ¿qué es de lo que más presumes de tu ciudad?
Que está cerquísima, porque siempre va conmigo a donde vaya yo.
Si tu ciudad fuese una expresión criolla, ¿cuál sería?
La quiero porque ni es calva ni con dos pelucas.
Si tuvieras que mostrar un rincón especial de tu ciudad a un turista ¿Qué enseñarías, y por qué?
La cima del cerro que marca su cintura, porque desde ella podría contemplar la piel y las cicatrices de su historia y de todos sus fantasmas.
Si tuviera que hacer un regalo producido en tu ciudad ¿qué regalarías, y por qué?
Una buena conversa entre viejos en alguna de las plazas de los pueblos de su extrarradio, porque no hay mejor diálogo en un mundo de ruidos que desollan la palabra.
A tu ciudad ¿qué le sobra?
Ladrones, asesinos y afectividad
A tu ciudad ¿qué le falta?
Dejar de ser muchas por la desigualdad y seguir siendo muchas por su vibrante multiplicidad.
Por favor, díganos quién es usted y cuál es su ciudad.
Quién soy, no estoy seguro ahora, hubo tiempos en que sí; ahora sólo sé que me tengo que ir haciendo todos los días, como cualquier ser urbano, y que suelen llamarme Joaquín Marta Sosa; pero mi ciudad ha sido ésta, donde me hice y que me hizo, Caracas, y desde luego nuestro mutuo amor ha sido una tarea más bien difícil a lo largo de los años.
Joaquín Marta Sosa (1940) es escritor venezolano, hijo de inmigrantes, nacido en Nogueira, Portugal. Es profesor Titular de la Universidad “Simón Bolívar” de Caracas. Ha escrito sobre temas literarios, estéticos, educacionales y socio-políticos, y también ha ejercido el periodismo. Algunos de sus títulos poéticos son: Anunciación (Amazonas, Caracas,1964); Para la memoria del amor (Signo Contemporáneo, Caracas, 1978); Sol cotidiano (Signo Contemporáneo, Caracas, 1981); Territorios Privados (Monte Ávila Latinoamericana, Caracas, 1999); Las Manos del Viento (Bartleby Editores, Madrid, 2002); Domicilios del mar (Libri Amicis, Caracas, 2003) Entre sus ensayos literarios publicados figuran: Sociopolítica del arte y la literatura (Editorial Equinoccio, Caracas, 1975); y La ecología literaria como responsabilidad del escritor (Editorial Equinoccio, Caracas, 1984). Recientemente ha publicado Poetas y Poéticas de Venezuela -antología 1876 / 2002- (Bartleby Editores, Madrid 2003) y Navegación de tres siglos / antología básica de la poesía venezolana (Fundación para la Cultura Urbana, Caracas, 2003) Otras publicaciones suyas son Venezuela: Elecciones y transformación social (Ediciones Centauro, Caracas, 1984); El estado y la educación superior en Venezuela (Editorial Equinoccio, Caracas, 1984)
Rafael Simón Hurtado. Escritor, periodista. Fue Jefe de Edición de Tiempo Universitario, semanario oficial de la Universidad de Carabobo. Director-editor fundador de las revistas Huella de Tinta, Laberinto de Papel, Saberes Compartidos, los periódicos La Iguana de Tinta y A Ciencia Cierta, y la página cultural Muestras sin retoques. Premio Nacional de Periodismo (2008), Premio Nacional de Literatura Universidad Rafael María Baralt (2016), Premio Municipal de Literatura Ciudad de Valencia, (1990 y 1992). Ha publicado los libros de ficción Todo el tiempo en la memoria y La arrogancia fantasma del escritor invisible y otros cuentos; y de crónicas, Leyendas a pie de imagen: Croquis para una ciudad. Ha hecho estudios de Maestría de Literatura Venezolana en la Universidad de Carabobo.
lunes, 8 de febrero de 2010
Normalidad del mercado
Foto de Milton Guerra
Los venezolanos vivimos la normalidad con nostalgia. En medio de grandes tribulaciones, cualquier pretexto es bueno para reunirnos, detener el tiempo y conmemorar el orden. El arte del encuentro y la convivencia, hoy envilecido por algunas conductas, nos es caro en el reclamo cotidiano. Porque contrariamente a cierto delirio y dispersión ciudadana, la regularidad de la costumbre, nos define.
Y en pocos lugares del mundo se puede vivir mejor esta representación que en los mercados al aire libre. Son el orden detrás de la confusión aparente. El trajín de sus olores violentos, acerbos y puros, no sólo conlleva la sorpresa de los frutos del mar o de la tierra. La normalidad de su ajetreo nos afirma en la exhibición de una fecundidad con la que esperamos atraer, por contagio, a la verdadera abundancia.
Los mercados al aire libre son estructuras humanas perfectas, y aunque frágiles en su diseño, imponen el equilibrio del hormiguero detrás del cristal. Un mercado popular es lo aglutinado y lo masivo, lo desigual y lo diverso en clara armonía, por efecto de la certidumbre que nos da el sabernos bien provistos.
La fotografía retrata una porción de ese rito que semana tras semana se celebra en cualquier municipio de Venezuela. Como en una ceremonia religiosa, los vecinos hacen una pausa, y aun sin saberlo, se abren al festejo de la normalidad con quienes frecuentan los tarantines. En medio de la atrevida fragancia del ajo, de la maliciosa esencia del romero y de la aromática exuberancia de la salvia, ponderan, huelen, prueban y aprueban; descargan, tocan y adquieren, contraponiendo toda la salud del mercado a las irregularidades del mundo. Regatean, pero pronunciando las palabras prescritas para el diálogo con indispensable cortesía.
Nadie lo sabe; pero cada semana, cuando salimos a adquirir la mercancía que ofrece el mercado, lo que allí se celebra es la normalidad. Y esa fiesta, expresada por el don y la ofrenda, es el revés brillante del caos y la anarquía.
Rafael Simón Hurtado. Escritor, periodista. Fue Jefe de Edición de Tiempo Universitario, semanario oficial de la Universidad de Carabobo. Director-editor fundador de las revistas Huella de Tinta, Laberinto de Papel, Saberes Compartidos, los periódicos La Iguana de Tinta y A Ciencia Cierta, y la página cultural Muestras sin retoques. Premio Nacional de Periodismo (2008), Premio Nacional de Literatura Universidad Rafael María Baralt (2016), Premio Municipal de Literatura Ciudad de Valencia, (1990 y 1992). Ha publicado los libros de ficción Todo el tiempo en la memoria y La arrogancia fantasma del escritor invisible y otros cuentos; y de crónicas, Leyendas a pie de imagen: Croquis para una ciudad. Ha hecho estudios de Maestría de Literatura Venezolana en la Universidad de Carabobo.
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