viernes, 29 de enero de 2010

Laura Antillano y la lectura


Foto de José Antonio Rosales.

La escritora Laura Antillano es una tenaz promotora de la lectura. Varias experiencias, desarrolladas a lo largo de su vida, lo atestiguan: La Fundación La Letra Voladora,la página de La Escuela Viva en el diario Notitarde, el programa radial La Palmera Luminosa, en la emisora Universitaria 104,5, los Concursos Literarios promovidos por la Alcaldía de Naguanagua, sólo por nombrar algunas. Además de su trabajo como cuentista, novelista, ensayista, poeta, crítica de cine, guionista de cine y televisión y docente universitaria. Laura es egresada de la Universidad del Zulia de la Escuela de Letras, donde obtuvo el título de Licenciada en Letras Hispánicas; realizó estudios de especialización en Chile y Estados Unidos y ha sido docente en la Universidad de Carabobo. En la entrevista que se publica a continuación, ratifica que no concibe su vida sin la lectura y la escritura.


La lectura ¿es sólo una acción, o también es una actitud?

Frente a la dicotomía entre leer y creer diría que leer es una actitud, primero leer después decidir en que creer, primero razonar, luego tomar posiciones.


¿Qué clase de relación entablas a través de la lectura? Una relación pasiva que posibilita ser dominado; una relación tiránica para dominar, o un diálogo de saberes, una correspondencia circular de colaboración.

Dentro de tu gama de variables escogería la de: "un diálogo de saberes".Leer te pone en contacto.


Cuando hablamos de lectura, ¿sólo hablamos de leer textos escritos?

No necesariamente, el término lee, hoy en día, es relativo a todo aquello que requiere ser decodificado o interpretado. Leemos el paisaje, leemos el rostro que nos mira, leemos en la tierra las señales de su prosperidad o de su muerte, leer es ponerse en contacto en términos de dilucidar.

La lectura, desde su capacidad modificadora, es un medio ¿para qué?

Para enriquecernos, para hacernos entes activos. Leer para comprender el entorno, lo lejano tanto como lo cercano. Leer para razonar y entender, porque cuando lees estás desarrollando una libertad, la de crear tu propia opinión sobre lo leído, la de engrandecer tu información sobre los otros.

La lectura, ¿siempre es placer?

No, es esencialmente una necesidad. Es un placer cuando produce apasionamiento, pero lees textos que te hacen sufrir, que te cambian la visión de las cosas, que te transforman y hacen cuestionar aquellos en lo que has creído o respetado, o, por el contrario, otras veces refuerzan en ti, en mí, en el lector, creencias y conclusiones.


El hipertexto se parece a la forma que los humanos tenemos de vivir, una forma que no es lineal, sino un entretejido de cadenas que se inician, se cruzan, se rompen y se reinician tomando formas distintas, volviéndose a entretejer. Los recuerdos, los imaginarios, las razones y sin razones, navegan por nuestra mente de manera análoga al navegante de la red cuando ejerce su cualidad de lector de hipertexto. ¿Crees que hay rivalidad entre lectores de pantalla y lectores de libros impresos en papel? ¿Cuál de los dos medios ofrece un mayor grado de libertad?


Cuando lees el libro, en tu mente ocurre ese proceso, que pone en comunicación al ser humano que eres (con recuerdos, emociones, alegrías y frustraciones, con tu historia), cuando sentimos empatía por un texto y lo releemos, algo de nosotros mismos siente reflejarse allí. Lo que ocurre con la pantalla, con el hipertexto, es que tienes la posibilidad de incorporar tu parte, tu punto de vista , ya no se trata de la lectura silenciosa y el diálogo interior entre el libro y el lector, en la pantalla crece, se plasma en la letra, lo visual, lo que permite que otros lean tu reflexión. Sin embargo, el diálogo “silencioso” con el libro sigue siendo válido, es cuestión de momento y deseo.

Desde tu experiencia como profesora universitaria, en nuestra universidad ¿sólo se trata de conocer qué es lo que docentes y alumnos dicen sobre la lectura, o también se intenta saber qué es lo que los docentes y alumnos hacen con ella?

Creo que en 31 años de docencia en esta Universidad de Carabobo no podría decirte que exista una actitud homogénea de parte de los docentes y estudiantes. Siempre hay varias posiciones, te encuentras con lectores apasionados que hurgan entre libros, que no se conforman con un título de un autor sino que preguntan, investigan, quieren más. Y hay otros que quieren, por el contrario, evadir la lectura. Igual ocurre con los docentes.
Debo señalar que he tenido alumnos excepcionales, de los cuales he aprendido mucho, tanto en las aulas universitarias como en los talleres. En mi experiencia en la Dirección de Cultura tuve la impresión de que son una minoría los docentes realmente interesados en estos menesteres, y hay una concepción “tecnocrática” de la experiencia universitaria. En ese sentido creo en palabras de la escritora Camila Henriquez Ureña, quien escribe acerca del hecho de que un ser humano culto es un investigador, un curioso, por lo tanto un lector. Hay un falso concepto del profesional universitario que se limita a su conocimiento muy específico y cree que con ello posee el mundo. Es lastimoso.

¿Qué beneficios reconoces en la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo?

Todas las ferias de libros son importantes, las ciudades tienen que desarrollar estos eventos, las instituciones culturales actúan en ello. La Universidad de Carabobo creó la suya y debe mantenerla. Debe realizarse con un criterio abierto, que convoque a editores, escritores y lectores en función del encuentro.


A ti, ¿para qué te ha servido la lectura?

No concibo mi vida sin la lectura y la escritura. Desde muy niña recuerdo el gran placer que significó aprender a leer, descubrir el mundo de los libros. Mi padre, periodista y profesor universitario, me enseñó el deseo de esa búsqueda, recuerdo en la primaria que yo ahorraba mi merienda para comprar unos libros fabulosos que costaban cinco bolívares, era una colección de cuentos de distintos países, cuentos noruegos, daneses, como africanos (leyendas de todos los países), cuentos de autores como textos populares. Cuando tenía el dinero papá me llevaba y yo escogía el que quería, era un placer indescriptible después dejarme llevar por esas historias, entrar en ellas, casi vivirlas. Creo que así comenzó una verdadera pasión. En mi casa se reunían escritores, pintores, periodistas, era un ambiente muy rico, crítico, productivo. Se hablaba de todo. Y la biblioteca estaba regada por toda la casa. Mis compañeros del liceo, luego de la universidad, siempre fue gente con una relación con los libros.
La lectura ha sido un espacio privilegiado en mi vida y sin el cual no concibo el encuentro con el mundo, la relación con los otros.

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