Alirio Díaz. Foto de José Antonio Rosales.
Alirio Díaz ha sido sin duda alguna el gran virtuoso de la guitarra en Venezuela y unos de los más notables en el mundo artístico internacional de la segunda mitad del siglo XX. Hace unas décadas sólo se podían mencionar cuatro nombres asociados con la ejecución virtuosística de la guitarra clásica: Julian Bream, John Williams, Narciso Yepes y Alirio Díaz. Junto al legendario Andrés Segovia, estos maestros son considerados como los mejores guitarristas de toda la historia.
Pero, ¿qué queda de un virtuoso para ser recordado? ¿Cuál es su aporte perdurable a la sociedad cultural? Un ejecutante produce arreglos, digitaciones y transcripciones de piezas conocidas o inéditas. Su experiencia y conocimiento del repertorio guitarrístico son invalorables en la toma de decisiones que conlleva esta actividad. El virtuoso además puede plasmar la técnica especial que lo llevó a las cumbres expresivas con su instrumento tanto en tratados y métodos publicados como a través de sus alumnos, ya que casi no hay excepción para todo ejecutante de establecer una actividad paralela de enseñanza. No obstante, el aporte principal como artista es la magia de su interpretación que junto al pensamiento del compositor puede llegar a hacer sentir tristeza o alegría a masas de personas con unos cuantos movimientos de sus dedos ágiles y prodigiosos.
La virtud del intérprete desaparecía con su muerte, hasta que el advenimiento de la grabación sonora a principios del siglo pasado cambió esta terrible verdad. Podíamos tener partituras de los compositores que con bastante fidelidad representan su pensamiento original, pero de los ejecutantes sólo quedaban los programas y afiches de sus conciertos. En casos muy especiales, se narraban o se escribían relatos de eventos tan memorables que aguantaban en la memoria extendida un tiempo más del seco instante en que la música se oye y desaparece.
Alirio Díaz ha grabado un amplio repertorio de la guitarra del siglo XVI hasta nuestros días, especializándose en obras españolas, italianas y latinoamericanas. Él fue el precursor en difundir las piezas de Antonio Lauro, y la aceptación de este compositor venezolano en el ámbito internacional como literatura básica de la guitarra se le debe a Alirio Díaz. El gran Mangoré lo calificó como un mito del instrumento. Después de clases con Sainz de la Maza y con Segovia, máximos premios y reconocimientos por reyes e instituciones como la OEA, Alirio es tan inmediato y sencillo como el compadre del pueblo La Candelaria, en Lara, donde sale al patio de su casa a tocarles a sus amigos de infancia.
Gracias a Dios, hoy es posible obtener nuevas interpretaciones grabadas por Alirio Díaz. Peter Hamilton MacDonnell, quien ha fundado la editorial Caroní Music, y cuyo vicepresidente es el propio Alirio Díaz, ha emprendido la edición de una serie de CD’s, la "Colección Alirio Díaz". El primer título de esta recopilación es el CD "Grandes Conciertos" con Alirio y la Orquesta Nacional de España, bajo la dirección de Rafael Frübeck de Burgos. En este CD Alirio Díaz interpreta mágicamente el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo y el Concierto para Guitarra, opus 30 de Mauro Giuliani. De esta manera el virtuosismo queda sembrado, en los microscópicos surcos de pequeños territorios que giran constantemente alrededor del mundo.
Pero, ¿qué queda de un virtuoso para ser recordado? ¿Cuál es su aporte perdurable a la sociedad cultural? Un ejecutante produce arreglos, digitaciones y transcripciones de piezas conocidas o inéditas. Su experiencia y conocimiento del repertorio guitarrístico son invalorables en la toma de decisiones que conlleva esta actividad. El virtuoso además puede plasmar la técnica especial que lo llevó a las cumbres expresivas con su instrumento tanto en tratados y métodos publicados como a través de sus alumnos, ya que casi no hay excepción para todo ejecutante de establecer una actividad paralela de enseñanza. No obstante, el aporte principal como artista es la magia de su interpretación que junto al pensamiento del compositor puede llegar a hacer sentir tristeza o alegría a masas de personas con unos cuantos movimientos de sus dedos ágiles y prodigiosos.
La virtud del intérprete desaparecía con su muerte, hasta que el advenimiento de la grabación sonora a principios del siglo pasado cambió esta terrible verdad. Podíamos tener partituras de los compositores que con bastante fidelidad representan su pensamiento original, pero de los ejecutantes sólo quedaban los programas y afiches de sus conciertos. En casos muy especiales, se narraban o se escribían relatos de eventos tan memorables que aguantaban en la memoria extendida un tiempo más del seco instante en que la música se oye y desaparece.
Alirio Díaz ha grabado un amplio repertorio de la guitarra del siglo XVI hasta nuestros días, especializándose en obras españolas, italianas y latinoamericanas. Él fue el precursor en difundir las piezas de Antonio Lauro, y la aceptación de este compositor venezolano en el ámbito internacional como literatura básica de la guitarra se le debe a Alirio Díaz. El gran Mangoré lo calificó como un mito del instrumento. Después de clases con Sainz de la Maza y con Segovia, máximos premios y reconocimientos por reyes e instituciones como la OEA, Alirio es tan inmediato y sencillo como el compadre del pueblo La Candelaria, en Lara, donde sale al patio de su casa a tocarles a sus amigos de infancia.
Gracias a Dios, hoy es posible obtener nuevas interpretaciones grabadas por Alirio Díaz. Peter Hamilton MacDonnell, quien ha fundado la editorial Caroní Music, y cuyo vicepresidente es el propio Alirio Díaz, ha emprendido la edición de una serie de CD’s, la "Colección Alirio Díaz". El primer título de esta recopilación es el CD "Grandes Conciertos" con Alirio y la Orquesta Nacional de España, bajo la dirección de Rafael Frübeck de Burgos. En este CD Alirio Díaz interpreta mágicamente el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo y el Concierto para Guitarra, opus 30 de Mauro Giuliani. De esta manera el virtuosismo queda sembrado, en los microscópicos surcos de pequeños territorios que giran constantemente alrededor del mundo.
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