viernes, 11 de febrero de 2011

ROCKOLA CONFESIONARIO


Foto de Orlando Baquero.

El pecador llega buscando el vientre edípico. Marinero de sueños se sumerge en la espuma de una cerveza y vacía sus pecados en el océano amniótico de la música. Bongó que marca el ritmo del último corazón. Palabras, piano, guitarra, clave, poema dibujado en compases que huelen a calle, a luna, a serenata, a puñalada que ensangrenta sin realmente herir la débil carne. "Señor mío Jesucristo, yo la amo. Tú que entregaste tu pasión por nosotros, perdóname, pero la amo tanto que su rostro para mí es el rostro bendito de la Virgen…". Nos refugiamos en la tristeza incruenta de un despecho. Y nos entregamos, liviana el alma de tragedias, en el confesionario de una rockola. En ella, el simple código de una letra y un número pulsado por la urgencia de la emoción, nos hace retornar a la verdad primaria del amor.

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