Rafael Simón Hurtado. Foto de José Antonio Rosales.
Entrevista realizada por los poetas Fáver Páez y Gustavo Montiel para el periódico URTEXT.
¿Qué eres más, periodista o narrador?
Entré al periodismo a través de la literatura. Y la cercanía entre ambos géneros me ha permitido pasar de un espacio al otro, si no con facilidad, por lo menos con frecuencia. Desde la opción del periodismo, la escritura se me revela en la exploración y el registro de los hechos, y su interpretación; desde la literatura, como el uso inventivo de la memoria. En todo caso, como al periodismo no le es ajeno el vuelo de la imaginación, atavío mis escritos en revistas y periódicos, con atuendos tomados en préstamo de la literatura. En mí caso ambos se comparten y se influyen mutuamente, en un juego de erótica lingüística. Periodismo y literatura; por ahí anda la cosa.
¿Has recibido muchas patadas burocráticas en la Universidad de Carabobo?
No muchas. Lo que ocurre, francamente, es que no tengo vocación de subalterno, y este es un problema para quien pretende ser (y hacer) algo más que parte de una organización. Sin embargo, mis compromisos los asumo con responsabilidad, conforme a mi propio tiempo y con absoluta libertad creativa. Tengo un decir: no cumplo horarios, cumplo objetivos, pues mi trabajo no se agota en turnos de 8 a 12 y de 3 a 6. Eso, por supuesto, me ha traído, en ocasiones, algunos inconvenientes con aquellos que asocian el sentido de pertenencia con marcar a tiempo la tarjeta del reloj. Por fortuna para mí, he coincidido con gente que sabe que la clave es la confianza.
¿Cómo vives a Valencia, a las buenas o a las malas?
A las buenas, aunque a veces ella se empeñe en lo contrario. Esta ciudad, aun en medio de sus secretos, sus escondites y sus cielos subterráneos, tiene conectores para el deleite.
Para mucha gente la universidad, más que academia, más que cultura, es política; para ti hoy ¿tenemos una casa que vence a las sombras o son las sombras las que vencen la casa?
Todavía, y pese a los lamentos de que las sombras se han venido acomodando en los espacios de la universidad, ella retiene un método excepcional para integrar virtudes y subrayar claridades. Admítase como ejemplo 50 años de existencia y producción académica, desde su llamada reapertura, aun en medio de la desidia de unos cuantos. Al cabo de todos estos años, la universidad sigue siendo pródiga en ofrecimientos. ¿Cómo no admirar el poder ético de la docencia y la cultura, la mística de quien investiga y el valor de quien se opone con su trabajo a la inercia de los sentidos?
Ahora que has ganado un premio de periodismo nacional, ¿qué piensas de éste y de los de cualquier otra clase que se otorgan en Venezuela?
El Premio Nacional de Periodismo no otorga protección, impunidad ni inmunidad, pero sí puede servir para difundir el trabajo desarrollado con arrojo y dedicación. En nuestro caso, participar tenía como fin darle visibilidad a un esfuerzo que, de otra manera, pasaría desapercibido -aunque un galardón como éste no es a prueba de estos riesgos. Apostar, aun en medio de un espacio que se suponía adverso, confiando exclusivamente en la calidad del producto. La intención, absolutamente institucional, era aprovechar el escenario nacional que brinda el premio, para dar a conocer no sólo el producto editorial y periodístico, sino también el trabajo de investigación desarrollado por la Universidad de Carabobo.
¿Y qué hay de tu trabajo literario; cuándo publicas otro libro; te hace falta publicar?
Es cierto. Esta es una exigencia personal que he pospuesto durante mucho tiempo, y que ha encontrado en el periodismo una válvula de salida. Por ahora lo que puedo decir es que para mí la literatura es una vocación, un destino, que aunque no se refleje en este momento en negro sobre blanco, ensaya las palabras para ser publicadas sin fe de erratas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario