jueves, 2 de enero de 2025
Pablo Agudo López: “Me atrae el genio improvisador de Niccoló Paganini”
Por Rafael Simón Hurtado / Fotos cortesía de El Caballero de los cinco asteriscos, @barroquero
Pablo Agudo López formó parte del Sistema Nacional de Coros y Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, y en la actualidad realiza una Maestría especializada, como Maestro al Violino/Cembalo et Direction d’Ensembles Baroques, en la Haute école de musique de Genève (Universidad de Música de Ginebra). Es la primera admisión de un violinista a dicha maestría.
Pablo López Agudo: “yo no escogí al violín, el violín me escogió a mí.”
Cuando Pablo Agudo López toca el violín, galantea musicalmente con más de 500 años de historia de un instrumento que, de acuerdo a los estudiosos del tema, fue creado a comienzos del siglo XVI, por el italiano Andrea Amati, en la ciudad de Cremona, Italia.
A su vida llegó hace apenas 17 años, cuando tenía 4. Ya, entonces, su vocación por la música, había dado algunas manifestaciones desde que su padre y su madre, Argenis Agudo y Coralia López Gómez, -quien lo define como renacentista y librepensador- lo acunaron en los atriles del gusto por la creación artística.
“Cuando lloraba, mi llanto se calmaba al oír música, y cuando veía conciertos en la televisión, imitaba los gestos del director de orquesta”, dice Pablo.
Ver una foto de aquel niño con su oído pegado al instrumento, sostenido entre su pequeño mentón y su diminuto hombro, era como ver la imagen de la inocencia auscultando, con curiosidad, un corazón palpitante. Desde entonces, para Pablo, el violín pasó a ser una extensión de sus brazos y sus oídos.
En su casa de Valencia oyó desde el compositor veneciano Antonio Vivaldi hasta el grupo de jazz cubano Irakere, con Chucho Valdés, por lo que desarrolló una sensibilidad musical que abarca amplios registros.
“Mi compositor favorito, -dice-, es el cantautor cubano Silvio Rodríguez, quien tiene una fuertísima herencia de la música barroca en su composición, e, incluso, en su manera de cantar”.
Luego, gracias al consejo de la profesora del Sistema Nacional de Coros y Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, del Núcleo Valencia, Eudel Seija, sus padres lo inscribieron en la cátedra instrumental de violín.
“Podría decir, -afirma-, que yo no escogí al violín, sino que el violín me escogió a mí. Pero no me disgustó nunca, todo lo contrario. Jamás protesté y siempre disfruté tocándolo. De hecho, yo prefería muchísimo más ir a la orquesta que ir al colegio”.
Pero fue a los 13 años cuando se dio cuenta de que verdaderamente quería dedicarse profesionalmente a la música, pues su experiencia de vida no sólo no le impidió disfrutar de una infancia plena, sino que, por el contrario, para él, el violín y la música se integraron como formas del juego. Eso sí, un juego donde debía ser disciplinado.
“Mi padre, también músico, -popular y clásico-, fue integrante de la Sinfónica de Carabobo antes de que yo naciera, por lo que puede decirse que me transmitió la sensibilidad por la música”.
Era frecuente que en su casa se escuchara música tradicional venezolana, o se armara una “guataca”, que es como se le conoce coloquialmente en Venezuela al acto de improvisar un concierto de música popular, sin partitura.
“Para mí todo eso era un reto, pero divertido”.
A estas vivencias se le sumó luego el estudio riguroso que requería el violín. Técnica y mentalmente, el instrumento precisó de su disposición de un alto nivel de exigencia, que, a lo largo de los años, se ha traducido en un conocimiento que adquirió como integrante del Sistema Nacional de Orquestas y Coros de Venezuela, en la ciudad de Valencia y en las clases individuales, pero “sin que nunca se perdiera el sentido del juego”, dice.
Ver una foto de aquel niño con su oído pegado al instrumento, sostenido entre su pequeño mentón y su diminuto hombro, era como ver la imagen de la inocencia auscultando, con curiosidad, un corazón palpitante.
El ánimo de una vocación
Si bien es cierto que Pablo Agudo López reconoce en sus padres una deuda de honor en su formación como violinista, pues ellos abrieron los portillos del sentimiento para interpelar el ánimo de una vocación, también lo es que en su formación como violinista arribaron nuevos maestros, quienes alimentaron las demandas íntimas de aquellas aptitudes. Ellos descubrieron en el adolescente los destellos de genialidad que no están reservados sólo a la excelencia de la obra consumada, sino que se anticipa a la capacidad de producirla.
Rosario Ferrufino, profesora de violín y música, fue su primera ductora. A ese itinerario pedagógico, en el que la música se conectó con el alma de sus días, se incorporó también el maestro Sergio Celis, su profesor durante más de 8 años, quien dejó una huella profunda en su formación. Luego vino el maestro Luis Miguel González, quien dio un impulso importante a sus inquietudes en muy poco tiempo. Después se sumaron a su lista de afectos y reconocimientos, los maestros José Gabriel Valbuena y Alirio Vegas.
Pero sobretodo, reconoce en el maestro Boris Paredes Alzolay, director de la Orquesta Barroca Simón Bolívar, los dones del sensei, pues revolucionó completamente su forma de ver la música, el violín, la técnica de abordar las obras, de estudiar, y su amor por la música barroca. Fue su último maestro de violín en Venezuela.
“Lo sigo considerando mi maestro. Tuve el privilegio de dirigir su orquesta mientras él también tocaba allí”.
Reconoce en el maestro Boris Paredes Alzolay, director de la Orquesta Barroca Simón Bolívar, los dones del sensei. Foto de Pablo A de la Barrra.
La inauguración de una Maestría
En junio de 2024, después de un intenso período de formación, presentó su recital de grado, en la Haute école de musique de Genève (Universidad de Música de Ginebra), adonde había ingresado a los 17 años, en 2021. Entonces, alcanzó la máxima calificación y felicitaciones del jurado como licenciado en Artes en Música/Instrumento histórico violín barroco.
Haute école de musique de Genève (Universidad de Música de Ginebra). Es la institución musical más antigua de Suiza y una de las más antiguas de Europa. Tiene su sede en un edificio histórico construido en 1855.
En esta etapa de estudios encontró abrigo en su maestra de violín, la violinista francesa Florence Malgoire, especializada en el repertorio barroco, e hija del gran oboísta Jean-Claude Malgoire.
“Florence Malgoire fue mi maestra de violín en Ginebra. Ella me recibió con los brazos abiertos y me trató, casi, como si fuera un hijo suyo. Lamentablemente no pudo asistir a mi graduación, ya que, en 2023, de una manera repentina, desapareció de estas tierras. Pero yo sé que ella sigue aquí conmigo, dejándome una huella que no la borrará nadie”.
Encontró abrigo como su maestra de violín, en la violinista francesa Florence Malgoire, especializada en el repertorio barroco." Foto cortesía de Radio France.
Durante los años de preparación, -para lo cual debió aprender francés-, Pablo recibió también el aliento de las maestras Anne Millischer, violinista clásica francesa, que perfeccionó sus habilidades en la Haute École de Musique de Genève; y Chouchane Siranossian, violinista francesa, de origen armenio, quien es reconocida como una virtuosa de la escena barroca internacional. A ambas intérpretes agradece el regalo de sus experiencias ejemplares.
Y con el Maestro David Chappuis profundizó en el estudio de la improvisación y la composición musical de distintos estilos históricos.
En la actualidad, en la misma Universidad de Música de Ginebra, cursa una maestría especializada, bajo el título de Maestro al Violino/Cembalo et Direction d’Ensembles Baroques, concebido en 2005 por el director de orquesta y coro, clavecinista y profesor argentino, Leonardo García Alarcón. El curso prepara instrumentistas, directores, cantantes para la dirección de conjuntos instrumentales y/o vocales en el campo de la interpretación histórica. Es un título que Pablo Agudo López inaugura, pues es la primera admisión de un violinista a dicha maestría.
“Es una maestría, -dice Pablo-, que hago bajo la tutela del maestro Leonardo García Alarcón, un maestro extraordinario, un verdadero genio musical”.
Profesor argentino, Leonardo García Alarcón, clavecinista, director de orquesta y coro.
Cuenta Pablo que la maestría comprende tres aspectos de la dirección: La dirección orquestal y coral desde un pódium, con las manos, trabajando la técnica gestual; la dirección desde el instrumento principal, es decir, el violín, donde el cursante debe tocar como solista o como concertino, mientras dirige la orquesta, y la dirección desde un instrumento de teclado, como el clavecín (cémbalo), el órgano o el piano.
“También trabajamos muchísimo el lenguaje del bajo continuo, la armonía, la improvisación desde ese instrumento. Con un teclado tienes todo, todas las voces. La orquesta entera se puede enfermar, y tú podrías tocar todo igual y puede funcionar perfectamente. Con un violín no se puede hacer eso. Entonces esto es fundamental, además que allí tienes toda la base de lo que es la música y la composición”.
“La maestría dura 2 años, pero al ser la primera vez que se le otorga este Máster a un violinista, es una iniciativa experimental, por lo que debo profundizar muchísimo más, para alcanzar la meta final de poder hacer los dos conciertos de fin de máster, dirigiendo la mitad desde el cémbalo, y la otra mitad desde el violín. Para poder aprovechar el curso al máximo, he solicitado hacerlo en 3 años, por lo que obtendría mi maestría en 2027. Estoy planeando algo grande para ello”.
“Niccoló Paganini fue un rockstar del siglo XIX, -dice Pablo Agudo López-, pues sus presentaciones ensancharon las posibilidades interpretativas del violín mediante digitaciones especiales”.
Paganini, el genio improvisador
De visita en Valencia, entre el 23 y el 24 de noviembre de 2024, dictó una conferencia sobre el compositor y virtuoso violinista Niccoló Paganini, considerado el padre de la moderna técnica del violín. En su disertación sobre el músico italiano, se refirió a las grandes habilidades que lo llevaron a ser considerado como un violinista inimitable en la historia de la música. Habló acerca de su contribución a la ampliación de las posibilidades de ejecución con el violín, al tiempo que promovió en forma decisiva el desarrollo de la literatura para este instrumento. Se refirió a sus famosos 24 caprichos, uno de los aportes iniciales en materia de composición para solo de violín. Y se paseó por las leyendas que se tejieron en torno a las dotes especiales del intérprete, que le atribuían un carácter sobrenatural, dada su gran destreza con el instrumento y su capacidad para tocar piezas valiéndose de una sola cuerda.
Pero hubo un aspecto en el que hizo hincapié. Una de las características de Paganini, referida por sus biógrafos, consistía en la búsqueda incesante de un sonido que asombrase a la gente. Uno de esos recursos fue el de la improvisación, que juntaron su arte con el mundo de las grandes atracciones.
“Niccoló Paganini fue un rockstar del siglo XIX, -dice Pablo Agudo López-, pues sus presentaciones ensancharon las posibilidades interpretativas del violín mediante digitaciones especiales”.
“Lo que más me atrae de esta gigantesca figura del violín, es, curiosamente, algo que se ha explorado verdaderamente poco, y es su habilidad como improvisador. Fue uno de los más grandes improvisadores de occidente en el siglo XIX. Y para mí, el mejor violinista improvisador de su época. Una aspiración personal como violinista, es explorar mis propias posibilidades en este campo”.
Luego de una buena parte de su vida conviviendo con el violín, ha llegado a conocerlo muy bien. Le atribuye virtuosismo como instrumento solista, voz soprano de las cuerdas.
“Es un instrumento que puede generar mucho ego, ambientes de mucha competitividad, que puede llegar a ser tóxica. Pero también es un instrumento divertido, que fascina a todo el mundo. Nace de la caverna, de lo popular, de lo folclórico, lo que lo hace un instrumento danzante, bailarín, saltarín, versátil. Se puede hacer casi todo con él. Es un instrumento que sorprende, que impresiona mucho, pero que, al mismo tiempo, es muy sensible. Como todo instrumento muy bien sentido y tocado, puede conmover mucho a las personas”.
Portada del primer método de guitarra publicado en Venezuela alrededor de la cuarta década del siglo XIX: Nuevo método de guitarra o lira, firmado con el curioso nombre de (Caballero de ***).
El Caballero de los cinco asteriscos
Pablo Agudo López ha mostrado desde muy temprana edad una especial inquietud por la creación. Además de un gran músico, es un comunicador versátil, de sonrisa franca.
En Youtube y en Instagram pueden encontrarse algunos videos y fotografías que muestran iniciativas adolescentes para la escritura de guiones breves; registros visuales de variaciones propias sobre temas, como 'Noche de Paz' (Stille Nacht) de Franz Gruber y Joseph Mohr, grabadas en el Museo Casa de La Estrella, en Valencia, Venezuela; y una curiosa carta dirigida a Juan Sebastian Bach, por su Pasión según San Juan, entre otras ocurrencias y creaciones.
En sus redes usa el seudónimo El Caballero de los cinco asteriscos. Confiesa que se trata de una referencia directa al autor desconocido del primer método de guitarra publicado en Venezuela alrededor de la cuarta década del siglo XIX: Nuevo método de guitarra o lira, firmado con el curioso nombre de (Caballero de ***). El ejemplar, impreso por Tomás Antero, fue donado a la Biblioteca Nacional de Venezuela, a la División de Libros Antiguos y Raros de la Biblioteca Nacional de Venezuela, por el maestro de la guitarra, el venezolano Alirio Díaz el 5 de abril de 1982.
La historia, que llamó la atención de Pablo, lo llevó a escribir una ficción que tiene como escenario un mundo en donde la música está prohibida. Según cuenta en su relato, un grupo de trovadores se dedican a luchar y a resistir para reivindicar el arte musical. Uno de los protagonistas de la historia, llamado José, descubre la historia del Caballero de los 3 asteriscos, y en homenaje a él, adopta el seudónimo con un ligero cambio: El Caballero de los cinco asteriscos, como representante de un legado histórico que jamás será roto ni olvidado.
“El Caballero de los cinco asteriscos es mi alter ego en las redes”, dice Pablo.
Cartel de presentación del concierto de El Caballero de los Cinco Asteriscos, en la Librería Albatros, Ginebra.
En ese mundo de creación también explora su vocación de compositor.
“Compongo mucho. Improviso mucho. Y también arreglo obras ya existentes, donde compongo partes de viola que no existen, o de un instrumento de viento, por ejemplo. El barroco y la música popular me han ayudado mucho a eso, pero también la trova latinoamericana, sobretodo la trova cubana. Compongo y arreglo canciones. Y eso también me aporta muchísimo para el campo instrumental, tanto popular como clásico”.
Solsticio ensamble en el evento Ventus Trinus, en el Teatro Municipal de Valencia.
Al calor de la música en la fría Ginebra
Pablo Agudo López integró el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, conocido como “El Sistema”, a partir de los cuatro años. Y durante un disciplinado período de aprendizaje y práctica musical, integró, a lo largo de su niñez, adolescencia y temprana adultez, la Orquesta Sinfónica Regional de Carabobo, la Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela, la Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela, la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela y la Orquesta Barroca Simón Bolívar.
En 2018 fundó, junto a compañeros de aula la agrupación Solsticio Ensamble, caracterizada por Jesús Frontado como “… la única agrupación valenciana que se dedica exclusivamente a la interpretación histórica de la música”. Conformada por músicos valencianos, consagra sus presentaciones a la divulgación de la música antigua y la música tradicional venezolana, mediante una novedosa fusión que refleja la eternidad de la música, a través de nuevos comienzos.
Cumplidas estas experiencias, Pablo Agudo López, orientó su rumbo hacia otros escenarios. Ginebra, Suiza, fue el destino elegido. En ese ambiente, donde la música transforma las calles de la ciudad en un escenario vibrante y gozoso, conecta con las notas musicales a un nivel inexplorado.
“Mi vida en Ginebra ha sido muy especial. Es una ciudad en donde hay mucha vida cultural y musical. A pesar de lo caro que es, y el frío que hace, me encanta vivir allí. Me he rodeado de gente maravillosa, entre ellos un montón de músicos espectaculares.”
El Victoria Hall, una edificación construida a finales del siglo XIX, conocida por la calidad acústica de su sala de conciertos y su órgano monumental.
En aquel ambiente, impregnado de parques, teatros, óperas y universidades, ha tenido la oportunidad de tocar en la orquesta Cappella Mediterránea, dirigida por su maestro, Leonardo García Alarcón. Con ellos ha actuado en sitios excepcionales, como el Gran Teatro de Ginebra, edificación patrimonial e institución cultural, en donde tienen lugar representaciones de ópera y danza, recitales, conciertos y obras de teatro. El Victoria Hall, una edificio construido a finales del siglo XIX, distinguido por la calidad acústica de su sala de conciertos y su inmenso órgano; y el teatro La Cité Bleue, espacio que ofrece una cultura viva y resueltamente contemporánea, y cuyo nombre y color fueron inspirados por las obras del artista francés Yves Klein.
Ha tocado, además, en la Orquesta de Cámara de Ginebra, con programas centrados en los periodos clásico y prerromántico; en Les Talens Lyriques, agrupación en la que actúan músicos de todas las generaciones; en la Jeune Orchestre Rameau, que acoge a jóvenes instrumentistas de conservatorios superiores que desean formarse en la música francesa con instrumentos de época; L’Ensemble Operatic y el Gli Angeli Genève. También he tenido la oportunidad de actuar en otros escenarios y en distintas orquestas y ensambles, como el Festival de Ambronay, en Francia, uno de los festivales de mayor renombre de música antigua de Europa.
A sus 21 años, Pablo Agudo López, conserva el alma del juego cuando ejecuta el instrumento que lo eligió cuando era un niño.
Con su violín, entre el mentón y el hombro, ha recorrido ciudades como Italia, Bélgica, Austria, Alemania y Bulgaria, y en ese recorrido ha actuado bajo la dirección de acreditados directores de orquesta y solistas como Gustavo Dudamel, Ton Koopman, Alfredo Bernardini, Philippe Herreweghe, Leonardo García Alarcón, Michael Form, Zefira Valova, Chouchane Siranossian, Paul Agnew, Bruno Procopio, Christoph Rousset, Alexis Kossenko.
Junto al Maestro neerlandés Ton Koopman, director de orquesta y coro, organista, clavecinista, pianista, compositor, musicólogo y profesor universitario.
“En el 2023, junto a compañeros músicos de la Universidad de Música de Ginebra, fundamos un ensamble de música antigua, dedicado especialmente a música instrumental del siglo XVII. Nos llamamos Les Impertinences (Las Impertinencias), y en septiembre grabamos nuestro disco que saldrá a la luz en 2025.”
La agrupación está integrada por Luis Eduardo López Corredor, tiorba; Ulises Pineda, viola de gamba; Pablo Agudo López, violín; Emma Vignier, violín bajo y Darío Tamayo, clavecin/órgano.
Les Impertinences. (Las Impertinencias).
También forma parte de un trío que fusiona jazz-tango-rock: Sebastián Volco Trío, constituido por Sebastián Volco, al piano y la electrónica; Pablo Della Maggiora, en la percusión, y Pablo Agudo López al violín y también en la guitarra. Han grabado su primer disco, con música original compuesta por Sebastián Volco, y con ellos ha actuado en escenarios de Italia, Francia y la propia Suiza.
Sebastián Volco Trío.
La diversidad exuberante del barroco
La oportunidad que le brindó ingresar a la Universidad de Música de Ginebra lo conectó con una importante vida artística. Las diversidades de influencias confluyen en una historia en la que se mezclan la música, en su expresión más lírica, con la renovación de las formas y las innovaciones técnicas gracias a la influencia de la cultura latina.
En la ciudad suiza se encuentra con muchos músicos en un espacio muy importante para la cultura: la Librería Albatros, dirigida por Rodrigo Díaz Pino. Una librería de libros en español, situada en el corazón de Ginebra, en la que se puede hallar desde una primicia editorial, a un libro listo para ser retirado de las estanterías.
También, para ver y escuchar a un escritor que viene a presentar su libro más reciente o a dictar una conferencia.
Pero, además, esta librería es un centro cultural que reúne a hispanoamericanos, españoles y suizos, no sólo en torno a los libros, sino también alrededor de la música, resonando en diferentes acentos e idiomas, convirtiéndose en un extraordinario y cálido refugio en la fría y culta Ginebra.
Podría decirse que de esta mezcla surge un movimiento de riqueza sensual, de placer estético, drama, dinamismo, movimiento, exuberancia emocional, contrastes, y una tensión que encuentra, en la distinción de las diversas artes y estilos, una confluencia, como en el barroco.
Con el músico peruano Arturo Valdez Yanque y el guitarrista Jorge Pacheco, en la Librería Albatros.
“La Librería Albatros es como la casa de todos los hispanoamericanos que vivimos allí, -afirma Pablo. El último sábado de cada mes nos reunimos en una peña. Para mí es el mejor día del mes. No puedo esperar a que llegue. Siempre voy y llevo un poco de nuestra bella música venezolana. Una de las canciones que no pueden faltar es “El Espanto”, de la agrupación larense Carota Ñema y Tajá.”
Sergio Valdeos, guitarrista peruano con un gran repertorio y trayectoria.
Allí se congrega con músicos extraordinarios, como Sergio Valdeos, formidable guitarrista peruano con un gran repertorio y trayectoria en su equipaje; y con Cali Flores, compositor, arreglista y percusionista peruano, creador de proyectos artísticos interculturales, en los que explora las realidades de Suiza y Perú.
“Con ellos he tenido la oportunidad de compartir escenario, además de las peñas. Con Sergio veo clases de música brasileña, y con Cali comparto sus indagaciones musicales. Ambos son unos maestros de la música latinoamericana. Han sido nuestros invitados a la grabación del primer disco de nuestro grupo Les Impertinences.”
En compañía de Cali Flores, compositor, arreglista y percusionista peruano.
Breve inventario del futuro
A sus 21 años, Pablo Agudo López, conserva el alma del juego cuando ejecuta el instrumento que lo eligió cuando era un niño. Pues, aun, todo su cuerpo se emociona con el sonido que sale del arco y de las cuerdas. En la ejecución del instrumento, se excita al entonar una melodía en una difícil tesitura, a tal punto, que, al fragor de un golpe del arco, o cuando pellizca con los dedos de la mano izquierda de trinos, arpegios, y escalas las cuerdas en el diapasón, su espíritu se estremece.
¿Cuáles, a partir de ahora, son tus más caras aspiraciones en la música? ¿Dónde te ves en 5 años? ¿Volverás a Venezuela? Pablo hace un breve inventario del futuro.
“Uno siempre anda en una eterna búsqueda, de ser mejor, de superarse a uno mismo. No conformarse, sino continuar soñando. Estoy seguro de que, si llego a los 80 años, seguiré descubriendo cosas nuevas en el violín.”
“A partir de ahora, mis aspiraciones son cada vez mayores. En estos momentos estoy muy enfocado en la dirección orquestal y coral, algo que siempre me apasionó de niño. No me veo, tanto, siendo violinista fijo de una orquesta, sino creando y dirigiendo mi propia orquesta; en donde muy seguido estaré tocando el violín y también algún teclado, por supuesto.”
“Una de mis más grandes ambiciones es dirigir óperas. Sobre todo, óperas barrocas. Y algo que me haría aún más feliz, uno de mis mayores sueños, sería dirigir mis propias óperas. Esa es una de las metas.”
Pablo Agudo López: “Una de mis más grandes ambiciones es dirigir óperas. Sobre todo, óperas barrocas. Y algo que me haría aún más feliz, uno de mis mayores sueños, sería dirigir mis propias óperas. Esa es una de las metas.".
“Quiero crear dos orquestas: una dedicada principalmente al repertorio barroco (donde podamos avanzar también al clasicismo y al romanticismo), y otra dedicada a la fusión, mezclando instrumentos antiguos con instrumentos modernos, música popular con música antigua, componiendo e inventando muchísimo. Ya estamos dando un paso en ello. Una orquesta la dirigiría Pablo Agudo López, y la otra El Caballero de los Cinco Asteriscos.”
“En 5 años me veo teniendo, al menos, una de esas orquestas, con bastante estabilidad. Quizás hasta con un primer disco ya grabado. Me veo haciendo giras con mi grupo Les Impertinences, así como con el Sebastián Volco Trío.”
“Me veo viniendo cada vez más seguido a Venezuela para dirigir la Orquesta Barroca Simón Bolívar. Trabajando con otras orquestas del Sistema y dictando clases a muchachos de distintos núcleos del país. El Sistema me lo dio todo, y yo debo devolver lo que me dio. Es un ciclo. Quienes fueron mis maestros, antes fueron alumnos, como lo fui yo. Nos toca ahora a nosotros continuar ese legado.”
“Me veo también haciendo otros proyectos musicales y artísticos, de cantautor, de música popular, de fusión. Ahora estoy colaborando con José Alejandro Delgado, un trovador venezolano a quien admiro muchísimo, y quien me invitó a participar en su residencia artística “Ciudad Canción”, en Caracas, donde actuaré junto a mi maestro Boris Paredes y el chelista Franz Liszt Figuera, interpretando composiciones mías y de otros autores venezolanos. Me veo haciendo giras con mis orquestas; con Les Impertinences, en Venezuela. Sería otro sueño hecho realidad.”
“También sueño con venir a Venezuela y filmar una película. Pero eso es otro tema.”
Rafael Simón Hurtado. Escritor, periodista. Fue Jefe de Edición de Tiempo Universitario, semanario oficial de la Universidad de Carabobo. Director-editor fundador de las revistas Huella de Tinta, Laberinto de Papel, Saberes Compartidos, los periódicos La Iguana de Tinta y A Ciencia Cierta, y la página cultural Muestras sin retoques. Premio Nacional de Periodismo (2008), Premio Nacional de Literatura Universidad Rafael María Baralt (2016), Premio Municipal de Literatura Ciudad de Valencia, (1990 y 1992). Ha publicado los libros de ficción Todo el tiempo en la memoria y La arrogancia fantasma del escritor invisible y otros cuentos; y de crónicas, Leyendas a pie de imagen: Croquis para una ciudad. Ha hecho estudios de Maestría de Literatura Venezolana en la Universidad de Carabobo.
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