domingo, 14 de marzo de 2010
Mérida, fragmento de un viaje
Paseábamos por el bosque de pinos mi mujer y yo. Los árboles nos sobrepasaban en altura. El verde estaba por todas partes, y el sol, con dificultad, se esforzaba por entrar y desvestir las sombras que, desde las copas, formaban una cobija imposible. Caminábamos por manchas de luz, que se abrían de cuajo, cuando pisábamos el suelo de hojas. A medida que avanzábamos, se oía la huella de quietud que dejaban nuestros pasos, rota sólo por el sonido de las aves y el crepitar de las ramas que al caer, tocaban la derramada estera del bosque. De vez en cuando, pero sólo de vez en cuando, oíamos el silencio, o "aquello que los hombres llaman silencio cuando no escuchan voces iguales a las suyas".
Nos acercamos a un árbol enorme y tocamos su tronco, para sentir su áspera corteza bajo nuestras manos. En ese instante, una melodía remota sorprendió la tranquilidad de ella. Poco a poco acomodó la cara para recibir una brisa que, sin brusquedad, le enrostró con abundancia el aroma de los pinos y de la tierra.
El paseo apenas duró una semana; toda la ciudad de Mérida fue nuestra en siete días: sus museos, sus plazas, sus parques, y sus casas, que como bufandas en el cuello de las montañas, nos guardaron del frío. Pero lo que permaneció para siempre en nuestra memoria, fue la imagen de una extraña flor en aquel bosque, un pedazo de verde sobre el cual todavía pensamos, como si fuese un talismán, en el santuario del recuerdo.
Rafael Simón Hurtado. Escritor, periodista. Fue Jefe de Edición de Tiempo Universitario, semanario oficial de la Universidad de Carabobo. Director-editor fundador de las revistas Huella de Tinta, Laberinto de Papel, Saberes Compartidos, los periódicos La Iguana de Tinta y A Ciencia Cierta, y la página cultural Muestras sin retoques. Premio Nacional de Periodismo (2008), Premio Nacional de Literatura Universidad Rafael María Baralt (2016), Premio Municipal de Literatura Ciudad de Valencia, (1990 y 1992). Ha publicado los libros de ficción Todo el tiempo en la memoria y La arrogancia fantasma del escritor invisible y otros cuentos; y de crónicas, Leyendas a pie de imagen: Croquis para una ciudad. Ha hecho estudios de Maestría de Literatura Venezolana en la Universidad de Carabobo.
sábado, 6 de marzo de 2010
Freddy Ordaz: “Construyo mi obra con fragmentos de esta ciudad” (entrevista)
En mi casa tengo un cuadro de Freddy Ordaz titulado Trans/espacio ynex, un acrílico sobre tela y madera pintado por el artista en 1999. Veo este cuadro cada día, pues lo tengo en mi lugar de trabajo. El cuadro es verdaderamente simple: sobre una superficie de 35 centímetros de ancho por 27.5 centímetros de alto, pintada sobre un fondo negro, un rectángulo de color marrón y ocre, cruzado levemente por una línea azul oscuro, apenas visible, y un trozo de madera que sobresale del marco, evoca, al cabo de varias miradas, el encuentro del cielo con la tierra, en un punto distante y misterioso del mundo, difícil de ubicar. Es un paisaje hecho exclusivamente de líneas rectas, verticales y horizontales, al que fue necesario ver detenidamente y repetidas veces para que provocara en mí esta percepción.
A Fredy Ordaz, como a su obra, hay que darle más de una mirada para poderlo descifrar.
En este momento de su carrera como artista plástico Freddy Ordaz se ubica en el abstraccionismo geométrico: “Somos diferentes –dice-, a pesar de que nos parecemos mucho en el arte abstracto. Hay artistas que trabajan la estructuración, otros el color, otros el volumen; mi obra se inclina hacia las formas en el espacio, es metafórica, conceptual. En mis cuadros apreciamos un ordenamiento de las formas, con austeridad del color. Podemos decir que uso “el color de las formas, que es la figura”, porque muchos confunden formas con figuras, o al revés. La forma es un concepto complejo, cuyo sentido anulan los alumnos del primer año de la carrera de Bellas Artes, de tanto nombrarla sin saber lo qué significa. La forma es misteriosa, es un enigma que muchos artistas no han podido descifrar. Walter Benjamín decía que lo importante no es plasmar la idea sino descubrir su secreto”.
En la obra de Freddy Ordaz el color toma las formas geométricas que flotan a través de las líneas y las texturas. Las formas se sobreponen y entremezclan en una composición que se equilibra a sí misma, aun en la persistencia del misterio que él desea descubrir:
-“En los artistas hay una búsqueda del por qué de las cosas. El artista siempre se está haciendo preguntas del por qué el hombre no hace agua, del por qué el hombre no hace árbol, del por qué cuando uno lanza una piedra a un remanso, no se hacen cuadrados sino círculos. Esto es enigmático”.
Freddy Ordaz es conocido en Venezuela. Su trabajo ha ocupado los salones de distintas exposiciones en diferentes lugares del país. Sus deseos de adquirir conocimientos encontraron eco en las escuelas de Bellas Artes “Marín Tovar y Tovar” y “Arturo Michelena”, y en Nueva York rindió un tiempo vital en el Workshop. Actualmente en Valencia, trabaja con entusiasmo en una labor de promoción cultural,y como docente alguna vez ha compartido con sus alumnos algo de lo que la vida le ha enseñado.
-"Las escuelas de artes plásticas no hacen artistas. El artista se hace a través de su trabajo, de su trayectoria, de su recorrido vital y existencial, y a través de la experimentación rigurosa, a la que tiene que imponer una gran dosis de mística”.
Una frase de catálogo pretende definir su trabajo: “Freddy Ordaz postula un arte de lo etéreo, sin desconocer su entorno social. Su pintura es un templo rítmico de corazón".
Para nosotros Fredy Ordaz compone el mundo a su manera. Reconstruye la ciudad que lleva por dentro con los fragmentos que recoge de la de afuera.
-“Cuando los artistas manejamos las formas, involucramos al espectador con la obra, cabalmente. El espectador puede palpar la obra y la obra lo palpa, lo toca, lo atraviesa hasta lo más íntimo del espíritu. Yo recojo todo lo que veo en la ciudad, porque el hombre está envuelto en un geometrismo constante y permanente. Es lo que yo he llamado la geometría urbana. La ciudad está trazada por infinidad de rectas, paralelas, volúmenes de edificios o construcciones de todo tipo. Y con colores que vibran, que caminan con la gente”.
-“La ciudad en algunas ocasiones, dice, te arremete visualmente cuando una raya atraviesa de forma agresiva un paisaje, cuando hay un terreno baldío con desperdicios. Una pared roída y una puerta tapiada con trozos de madera para impedir el acceso, puede ser el inicio de uno de mis trabajos. El afiche pegado a las paredes y rasgado por las inclemencias del clima y de la gente, me descubre un trazo en mis cuadros. Pero también hay cosas agradables como cuando ves sombras rojas u ocres sobre las aceras o sobre las paredes. Yo recojo esos fragmentos de ciudad para llevarlos a mi obra”.
El manejo de estas proporciones, colores y formas le permiten alterar la percepción de espacios que ejercen una influencia estética y emocional sobre el espectador. Su verdadera intención cuando pinta se puede esconder tras las líneas y perfiles dibujados en diferentes direcciones. Porque además de romper la imagen perfecta de lo real, como todo pintor, Ordaz expresa sus sentimientos, aunque en ocasiones su razón pueda reducirse a llamar la atención a través de cuadros que creen ilusiones ópticas. El abstraccionismo geométrico de Ordaz ejemplifica en múltiples ocasiones el arte de jugar con las percepciones.
-“A veces los propios artistas no tenemos respuestas más allá de la realización de la obra. Pero el abstraccionismo, ciertamente, puede mostrar diversos estados psicológicos del hombre, que rompen paradigmas”.
Cualquiera que no conozca esta corriente artística podría llegar a pensar que se trata de obras muy complejas, sin embargo, es aquí donde entra lo más atractivo de esta tendencia, y es que se usan elementos muy básicos como, por ejemplo, los contrastes de color, el trabajo sobre fondos de colores oscuros y el traspasar los límites del marco de la obra.
El trabajo de Freddy Ordaz se caracteriza por emplear elementos tomados exclusivamente de la geometría, como líneas, cuadrados, triángulos y polígonos, y por el uso de “materiales pobres”, como el yute o la madera. El resultado son figuras que buscan una organización basada en la relación armónica de las formas y el color. Y que no carecen totalmente de evocación, como hemos dicho, aunque no subraye el estado anímico del artista, precisamente.
-“El arte abstracto es, fundamentalmente, un arte de dudas; de dudas y sorpresas, dice Ordaz. Es un arte metafórico. No es como el arte clásico, que constituye una afirmación, un acontecimiento, un objeto, un sujeto. El arte abstracto enseña al hombre a pensar, a meditar. Es un arte de protesta, que no necesita de la presencia de la figuración para causar un sentimiento. Hay sentimientos que requieren de un lenguaje distinto para expresarse. He tenido experiencia con espectadores que me han manifestado un gusto por mis obras sin saber por qué. En todo caso, mis obras se sustentan en un concepto. No importa los materiales que emplee. Yo utilizo materiales “pobres” como el yute, la madera, sin caer en el preciosismo y el decorativismo”.
Y a despecho de que Freddy Ordaz prescinde, efectivamente, de toda alusión a datos de la realidad o a las formas de las cosas, su trabajo revela un vínculo que lo une con el espectador. Su abstracción habla a los sentidos, aunque no a la razón, mediante los colores que se combinan instintivos, espontáneos, y, a veces, casualmente, de tal manera que el cuadro produce sobre el espectador un efecto que, por supuesto, difiere de la pintura tradicional sólo en el hecho de que no representa objetos ni formas reales.
Sin embargo, si se mira bien, detenidamente, y sin prejuicios, la obra de Freddy Ordaz puede ser capaz de sugerirnos una atmósfera poética, un clima fantástico o una secreta correspondencia con la ciudad que construye dentro.
Rafael Simón Hurtado. Escritor, periodista. Fue Jefe de Edición de Tiempo Universitario, semanario oficial de la Universidad de Carabobo. Director-editor fundador de las revistas Huella de Tinta, Laberinto de Papel, Saberes Compartidos, los periódicos La Iguana de Tinta y A Ciencia Cierta, y la página cultural Muestras sin retoques. Premio Nacional de Periodismo (2008), Premio Nacional de Literatura Universidad Rafael María Baralt (2016), Premio Municipal de Literatura Ciudad de Valencia, (1990 y 1992). Ha publicado los libros de ficción Todo el tiempo en la memoria y La arrogancia fantasma del escritor invisible y otros cuentos; y de crónicas, Leyendas a pie de imagen: Croquis para una ciudad. Ha hecho estudios de Maestría de Literatura Venezolana en la Universidad de Carabobo.
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