viernes, 10 de junio de 2016

Rafael Simón Hurtado, Premio Nacional de Literatura “Rafael María Baralt” dice: “Todo acto de creación es un acto de vanidad”

(Especial. Daniel Mejías Rodríguez)



Hurtado: "Ahora mi vínculo con Maracaibo es académico y literario”.



El escritor y periodista Rafael Simón Hurtado regresa nuevamente a Maracaibo, y lo hace esta vez para recibir el Primer Premio Nacional de Literatura que otorga la Universidad Nacional Experimental “Rafael María Baralt”. El veredicto del jurado le otorgó el primer premio en la mención narrativa al cuento “La arrogancia fantasma del escritor invisible”, en un certamen de convocatoria nacional.

El acto de entrega de los premios estuvo presidido por la profesora Victoria Martínez Carvajal, Secretaria de la UNERMB; el profesor Johan Manuel Méndez Reyes, Vicerrector Académico, el profesor Ricardo Rodríguez Ball, coordinador del premio Nacional de Literatura Rafael María Baralt, y los miembros del jurado, la presidenta de la Casa de la Poesía del Zulia, Graciela Rivas y el poeta Julio Jiménez.

A Rafael Simón Hurtado lo conocemos de los estudios de periodismo en la Universidad Católica “Cecilio Acosta”.

¿Qué significa volver a Maracaibo a recoger esta vez un “título literario”?

-“Significa que ahora mi vínculo con Maracaibo es académico y literario”.

Rafael Simón Hurtado vive en Valencia, estado Carabobo. Allí ha desarrollado una intensa actividad cultural.

Trabajó en la Universidad de Carabobo, en donde fundó y dirigió publicaciones como Muestras sin retoques, página cultural del semanario oficial de la universidad Tiempo Universitario; La iguana de tinta, publicación periódica de la Feria Internacional del libro de la UC; y Laberinto de papel, Saberes compartidos y A ciencia cierta, publicaciones de divulgación cultural y científica, por cuyo trabajo obtuvo en 2008 el Premio Nacional de Periodismo Científico.

Ha publicado “Todo el Tiempo en la memoria”, libro de cuentos; y las crónicas literarias “Leyendas a pie de imagen, croquis para una ciudad”.

En 1990 y 1992 fue galardonado con el Premio Municipal de Literatura “Ciudad Valencia”, y ha recibido de la Universidad de Carabobo los premios de periodismo “Jesús Moreno”, en 2009, y “Pedro Lira”, en 2011.

Recientemente ha integrado las ediciones especiales “Gente que hace escuela”, que patrocina Banesco y Artesanogroup, en donde se resalta el trabajo de personas y organizaciones que han dedicado sus mayores energías al desarrollo de Venezuela, y que reúne, en palabras de su compilador el escritor Antonio López Ortega, “lo mejor del periodismo que se puede hacer hoy en nuestro país”.


¿Qué importancia tiene el Premio Nacional de Literatura “Rafael María Baralt”?


“Los concursos literarios, más allá del premio en dinero que se recibe, son importantes en cuanto son potenciales espacios de proyección de nuestro trabajo. Un certamen literario, respaldado por una decisión avalada por una institución imparcial y un jurado debidamente calificado, le conceden a nuestra labor visibilidad y respeto. Cuando se escribe, -además de las propias satisfacciones personales como escritores-, también buscamos lectores, así como la edición y publicación de nuestros textos. De allí que creo que el Premio Nacional de Literatura “Rafael María Baralt”, que contempla la publicación de las obras, es una excelente y amplia oportunidad para la difusión de nuestra labor de creación”.


¿Crees que el país cuenta con suficientes actividades de este tipo?


“Creo que hay muy buenos concursos literarios, pero tengo la impresión de que cada vez son menos, y el país está ansioso por este tipo de iniciativas. En la actualidad son pocos los certámenes que se mantienen con la debida promoción y respaldo institucional, mientras que hay una gran demanda de escritores jóvenes que buscan la forma de canalizar sus inquietudes literarias. De allí la importancia de extender por diversos ámbitos y niveles, experiencias como la que se organiza desde el estado Zulia; con la que se puede convocar y atraer el talento de escritores noveles y de autores con más experiencia, para juntarlos y ponerlos de cara a los lectores del país”.


¿Quién es el escritor “arrogante e invisible” del cuento ganador del Premio Nacional de Literatura “Rafael María Baralt”?


“En primer lugar, debo decir que “La arrogancia fantasma del escritor invisible” forma parte de un libro de cuentos, hasta ahora, inédito, que tiene por título el nombre del cuento premiado. La historia narra algunos episodios de la vida de Sylvio Marchandet, un “escritor invisible”, un escribidor que, bajo el nombre de otra persona, y con su consentimiento -en este caso del presidente de un país de ficción-, escribe sus discursos”.

“El personaje es un hombre de una gran cultura, un escritor brillante, pero dueño de una timidez patológica, que sólo consigue superar a través de la escritura. Es tal su padecimiento de anonimato, que sólo acepta la posibilidad del reconocimiento de su trabajo mediante una persona interpuesta, otro autor.”


¿Hay en la escritura del cuento la confesión de algunos “fantasmas personales”?


“Sabes bien que en todo trabajo de ficción siempre hay elementos tomados en préstamo de la vida real. Ocurre que cuentos y novelas pueden tener como punto de arranque episodios de nuestra propia vida. Y este caso no es la excepción. Claro, el texto no es estrictamente autobiográfico, pero reconozco, por ejemplo, que en alguna ocasión he sido un “escritor invisible”. En todo caso, más allá de lo meramente anecdótico, la historia me sirve para profundizar en algunos fantasmas presentes en la vida de todo creador literario: el deseo de reconocimiento y la arrogancia, con su reverso, el anonimato y la falsa modestia. Todo acto de creación, -que se aplica no sólo a los escritores-, es un acto de vanidad. Quien escribe, -y lo hace bien, por supuesto-, espera el reconocimiento, la fama, la gloria, trascender con su obra en el tiempo. Nadie escribe para guardar lo que escribe en una gaveta. También corren por la narración muchos guiños a los lectores sobre autores e historias conocidas; los correlatos sobre la ética, o su ausencia, y el espectro del plagio, ese antiguo pecado humano en su modalidad conocida, y en otras que el propio personaje se inventa, como la del “plagio invertido” que consiste en usar nombres de autores inexistentes fabricados también por su imaginación”.


Conviven en ti paralelamente el periodismo y la literatura. De hecho, en la Universidad de Carabobo ejerciste durante casi veinte años el periodismo cultural. ¿Cómo se relacionan ambas corrientes de escritura y pensamiento en tu trabajo?


“Ya lo he dicho antes: mi entrada al periodismo se produjo por la puerta de la literatura. Al cabo de los años ambos oficios y profesiones han aprendido a vivir y a convivir en una relación inevitable y necesaria. El periodismo cultural que he desarrollado en la Universidad de Carabobo en diferentes publicaciones, han tomado en préstamo recursos de la literatura. La emoción de lo real que, por ejemplo, impregna la obra literaria, en entrevistas y reportajes, ha potenciado la verosimilitud de la historia que he debido contar en un determinado momento para el periódico o la revista. Otro tanto ocurre con la literatura, en donde el periodismo ha venido a aportarle nuevos elementos a mis escritos de ficción. Admito haber partido, como fuente de inspiración, de noticias periodísticas concretas. Los sucesos que se describen en algunos de mis cuentos son reales, pero, presentados como relatos de ficción. Esto obviamente no es nuevo en literatura. La novedad es la historia.”

¿En este momento hacia dónde va tu trabajo?

Trabajé en la Universidad de Carabobo hasta mi jubilación. En ese período me desempeñé fundamentalmente en cargos relacionados con la promoción cultural. El mayor esfuerzo estuvo orientado a la labor periodística, en el llamado periodismo institucional, en las áreas culturales y científicas, en la fundación y dirección de revistas y periódicos como Laberinto de Papel, La iguana de Tinta, Saberes compartidos, A Ciencia Cierta, y la coordinación durante 17 años de la página cultural Muestras sin retoques, de Tiempo Universitario, que abrió espacios plurales de comunicación a los creadores. Ahora estoy más concentrado en mi propio trabajo de creación literaria, en su escritura y, sobre todo, en su publicación”.