domingo, 19 de abril de 2015

Los bolívares de hielo / Arturo Uslar Pietri

Uslar Pietri:"Muchas veces, tratando de justificar lo injustificable, han dicho algunos hombres del presente régimen, que la inflación que padece Venezuela no es sino el inevitable reflejo y repercusión de un fenómeno universal".


"Los bolívares de hielo" fue escrito por Arturo Uslar Pietri, desde el exilio, en 1948. En este material describía los malos manejos económicos por parte del gobierno de entonces que generaban inflación. Hace medio siglo cuando Venezuela alcanzó por primera vez casi 7% de inflación al año, él habló de los bolívares de hielo.



Una de las formas más visibles y graves de esa otra erosión del petróleo que está deformando y destruyendo la vida toda de Venezuela, es la inflación monetaria.

La impericia del Gobierno ha hecho que el incremento de la producción petrolera se convierta en esa enfermedad mortal de la inflación monetaria.

Ha habido prisa por convertir el petróleo en dinero y ha habido más prisa aún para lanzar ese dinero a manos llenas, sin plan, ni concierto. Cada día es más el dinero que corre, que suena, que corrompe, que distrae, que embriaga. Y cada día, fatalmente, el dinero vale menos. Sirve para adquirir menos cosas.

Es como si el bolívar se fuera poniendo más pequeño cada día, como si se estuviera derritiendo continuamente en las manos, como si fuera de hielo y no de otra cosa, y un buen día no fuera a quedar de él sino un poco de agua sucia.

Este bolívar fugaz, que se evapora y desintegra es el mejor símbolo de la absurda política económica del régimen de Octubre. Allí está reflejada con la más atroz de las evidencias toda su irresponsabilidad. Es un régimen que no sólo ha sabido evitar los males previsibles, sino que los ha desatado y provocado con la más inconcebible ligereza.

No pocos se deben dar cuenta de que se va por un camino de catástrofe. Pero pareciera que lo que importa no es que la base económica de la vida venezolana haya llegado a un extremo de fragilidad suicida, sino que haya cada vez más bolívares fáciles, más petróleo que cambiar por bolívares, más bolívares que cambiar por barajitas. Mantener un ambiente de feria, de aturdimiento, de sueño de Juan Bobo.

La magnitud del mal la acaba de revelar de una manera que llamaremos candorosa el Presidente Gallegos en su Mensaje. Dice allí esta tremenda cosa: que mil quinientos millones de bolívares de la revolución, equivalen a novecientos cincuenta millones de bolívares de la época de López Contreras. O en otras palabras: que para el momento en que él hablaba su gobierno había llegado a convertir el bolívar en una moneda que había perdido el cuarenta por ciento de su poder adquisitivo. O, lo que es lo mismo, que para aquel momento cada bolívar había perdido ocho centavos. Y los sigue perdiendo. Se siguen evaporando, derritiendo, hora por hora como hielo.

Esta tremenda revelación de Gallegos, anunciada a secas, sin que aparezca ningún propósito de enmienda ni de remedio, hubiera sido suficiente en cualquier otro país para desatar un pánico, o un movimiento nacional de repulsa al Gobierno que de manera tan flagrante está destruyendo su salud económica. Pero la mayoría de las gentes parecen darse tan poca cuenta de ello como el mismo Gobierno.

Lo que ha dicho Gallegos significa sencillamente que la situación económica de Venezuela se está agravando continuamente. Que la descontrolada inflación monetaria va inundando todas las formas de la vida nacional. Que todos los valores y las relaciones de cambio han entrado en un sistema ficticio. Que las posibilidades para que Venezuela organice su vida económica sobre bases sólidas y estables, no sólo no se realizan, sino que cada día se hacen más remotas y difíciles.

Ese anuncio significa para la empresa que tiene un millón de bolívares de capital, que en realidad sólo tiene seiscientos mil. Para el que recibe rentas, que de cada cien bolívares, cuarenta se le han desaparecido. Para el obrero a quien le pagan diez bolívares de jornal, que no está ganando más que el que ganaba seis en 1938. Y para el que metió un fuerte en 1938 en su caja de ahorros, es como si se le hubiera convertido en tres bolívares.



Esta pavorizante realidad es el fruto de la política de gastos del Gobierno.

Muchas veces, tratando de justificar lo injustificable, han dicho algunos hombres del presente régimen, que la inflación que padece Venezuela no es sino el inevitable reflejo y repercusión de un fenómeno universal. El país sufre los efectos del desajuste ocasionado por la guerra en la economía mundial.

Por eso importa mucho demostrar que una afirmación tan repetida no es exacta.

La responsabilidad fundamental y directa de la inflación venezolana que está creciendo cada día, la tiene la política financiera del Gobierno. Ella es la causa principal y el agente motor de ese espantoso mal.

No es Venezuela una pasiva víctima de una situación internacional. Es el Gobierno de Venezuela el activo autor de la inflación, el fabricante de los bolívares de hielo.

Demostrarlo es muy sencillo. Y quiero hacerlo del modo más simple posible, para que todos puedan entenderlo, y para que todos comprendan la magnitud del daño que se está causando.

El aumento desconsiderado de los gastos fiscales es el aspecto más notable del régimen revolucionario. Esos gastos han crecido y se han multiplicado de una manera inverosímil. Y se han destinado preferentemente a sueldos y salarios, dádivas y préstamos. Es decir se ha convertido rápidamente en dinero de compras. En dinero inflacionario.

El reflejo del aumento de los gastos en el alza de los precios ha sido instantáneo.

Junto con los presupuestos han ido subiendo los precios ficticios de todas las cosas. O, lo que es lo mismo dicho en otros términos, a medida que han crecido los presupuestos el poder adquisitivo del bolívar ha ido disminuyendo. Ahora se está acercando a ser no más que un “realito”.

La prueba más evidente de que son los gastos públicos en la forma desatinada en que se vienen haciendo, la causa inmediata y principal de la inflación, la suministra el simple hecho que paso a describir.

Quien consulte los Índices Generales de Precios que elabora y publica el Banco Central de Venezuela, ha de advertir lo siguiente: de 1941 a 1945 los precios que más subieron fueron los de los artículos de importación. Los de los productos nacionales subieron proporcionalmente menos de la mitad que los importados.

Esto quiere decir, que durante esos años, que fueron precisamente los del Gobierno de Medina, las causas predominantes del alza de los precios provenían del exterior, eran ajenas a Venezuela y su Gobierno, eran un reflejo de la situación mundial.

Desde 1946 la situación cambia. El gobierno se embarca en una política inflacionaria de gastos crecientes. Y desde entonces ocurre, y así lo revela el Índice de Precios, que el alza de los precios de los productos nacionales sobrepasa proporcionalmente la de los productos importados. Es decir que desde la Revolución de octubre la causa del alza es nacional, está dentro del país, y obedece exclusivamente a la política financiera del gobierno venezolano.

Este simple hecho me parece suficiente para poner las cosas en su punto. El Gobierno de Venezuela desde 1946 es el autor de la inflación monetaria, el causante de la desvalorización de la moneda y el consciente o inconsciente fabricante de los bolívares de hielo.



Pero lo peor de todo esto es que cuando la magnitud aterradora que alcanza ese mal se le revela a la nación en el propio Mensaje del Presidente, no sólo no se enuncia ningún remedio, no sólo parece pasarse sobre ello como sobre ascuas, sino que con las más estupendas de las insensateces se proclama que el gobierno está decidido agravar el mal, a llevar a peores extremos todavía el quebrantamiento de la salud económica de la nación, a desatar aún más las destructoras fuerzas de la inflación.

En ese mensaje Gallegos anuncia que la creciente inflacionaria desatada, lejos de disminuir va a aumentar su fuerza arrasadora en un tercio. Porque, pura y simplemente, en un tercio aumenta el presupuesto nacional (de mil doscientos a mil seiscientos millones) el gobierno cuya primera misión debería ser contener la racha inflacionaria.

Cuando en cualquier país normal todos se estarían preguntando con angustia: ¿Qué va a hacer el gobierno para salvarnos de este mal que nos está matando?.

En Venezuela, no sólo nadie lo pregunta, sino que el gobierno con la más indiferente ligereza abre más anchas las fuentes del mal y aumenta en un tercio la leña que está alimentado el incendio


domingo, 5 de abril de 2015

Unidad de Trasplante de Médula Ósea: El arte de transfundir vida

Banesco Banco Universal y Artesano Group presentaron la tercera edición de la colección "Gente que hace escuela: Un país de instituciones". Bajo la coordinación de Antonio López Ortega, la edición hace un recorrido por Venezuela a través de 45 instituciones que nos dan una lección de verdadero esfuerzo colectivo. Publicamos el reportaje escrito por Rafael Simón Hurtado sobre la Unidad de Trasplante de Médula Ósea de Valencia.




Centro de salud público que realiza, desde su fundación, en 1987, trasplantes de médula ósea en pacientes adultos y pediátricos. Tiene el mérito de haber concluido con éxito el primer de trasplante hace 27 años. Sobresale como una institución que auspicia una intensa labor social en beneficio de la atención de pacientes de escasos recursos económicos a nivel nacional.




Junto al Dr. Marcos Hernández, jefe de la Unidad, el grupo de médicos residentes y estudiantes de Postgrado de la UTMO.


La donación y trasplante de órganos, tejidos y células en el ser humano supone, en el fondo, dos cosas extraordinarias: la maravilla del acto médico, con su acervo de saberes, que conforman un tributo al deseo humano por prolongar la vida, y la confianza de todos en una sociedad, que gracias a estos avances, puede sentirse mucho más protegida, sensible y respetuosa.

Ocurre un verdadero milagro, cuando, con porciones del organismo de otras personas, o, incluso, del propio cuerpo, al transfundir células y estructuras que sólo pueden ser observadas por el ojo del microscopio, no sólo se trasvasa vida, sino también, solidaridad y altruismo, en gestos de noble generosidad.

Estas son las dos nociones esenciales –la médica y la humana- que sustenta y promueve la Unidad de Trasplante de Médula Ósea, “Dr. Abraham Sumoza” (UTMO). Se trata de un centro que proporciona salud a un alto nivel médico y científico. Y también de un espacio con una gran vocación de servicio, con un alto grado de eficiencia organizativa, que son las razones de su éxito de la actividad trasplantadora.



Doctor Marcos Hernández Jiménez.


El doctor Marcos Hernández Jiménez, Jefe de la Consulta de Hematología, hace un recuento: “La Unidad tiene el mérito de haber realizado la intervención pionera de este tipo de trasplante en Venezuela. Fue en octubre del año 1987 y estuvo a cargo del Dr. Abraham Sumoza, fundador del Centro. A este primer logro médico, se han ido agregando nuevos avances. Al cabo de 27 años de servicio, podemos exhibir como cifras positivas 421 trasplantes en 412 pacientes. De éstos, 318 han sido adultos y 94 niños. Tenemos un indicador de sobrevida global del 77.7%, en enfermedades como leucemias, mielomas múltiples, linfomas, aplasias medulares, mielodisplasia”.

De unas habitaciones acondicionadas al inicio, con muchas limitaciones, en el Servicio de Medicina del Hospital de Valencia, la naciente UTMO pasó a ocupar sus propias instalaciones, que fueron inauguradas en 1991. Hoy la Unidad lleva el nombre del Dr. Abraham Sumoza, en reconocimiento de una obra que se ha convertido “en un compromiso de vida” para quienes allí laboran.

“El Dr. Abraham Sumoza fue un hombre de ciencia. Había egresado de la Universidad de Carabobo como Médico Cirujano en 1967. Una innegable vocación de servicio lo llevó a elevar su nivel de especialización, mediante cursos de posgrado en la Universidad Central de Venezuela y en el Banco Municipal de Sangre, con cuyas pasantías obtuvo el título de Médico Hematólogo en 1970”.

En 1988, con el fin de vincular los fenómenos que eran objeto de su estudio, desarrolló la tesis “Tratamiento de la anemia de células falciformes con hydroxyúrea”, con la que obtuvo el título de Doctor en Ciencias Médicas por la Universidad del Zulia. A partir de allí, adelantó investigaciones en hematología oncológica, trasplante de médula ósea, linfomas y enfermedades infecciosas, principalmente en la Clínica Mayo de Rochester, en el Anderson Hospital de Houston, y en el Anderson Cancer Center.

Se respiraba el aire de los nuevos tiempos. Eran décadas en la que estaba vivo el trabajo pionero de trasplante de médula hecho por el Dr. Edward Donnall Thomas, quien en 1969 había conseguido demostrar con éxito que la inyección intravenosa de células de médula ósea podía repoblar y producir una nueva.

La preparación del primer trasplante de médula en Venezuela, ocurrida en 1987, coincidía con la realización de las primeras jornadas de trasplante del Servicio de Hematología del Hospital de La Princesa, de Madrid, adonde había sido invitado el Dr. Sumoza. Allí pudo observar de cerca los requerimientos necesarios para el tratamiento de enfermedades hemato-oncológicas. Esa visita al centro español, con una experiencia y práctica rutinaria desde 1982, sembró la visión fundadora que luego dio pie a la creación de la Unidad de Trasplante de Valencia.

Un reconocimiento significativo a la Unidad, fue la visita del Dr. Edward Thomas, quien ya había recibido el Premio Nobel de Medicina por su aporte al diseño de procedimientos que permitieran la aplicación rutinaria del trasplante de médula ósea en los servicios de hematología de los hospitales del mundo.



Médicos y enfermeras se esmeran en mantener la contaminación externa alejada de los pacientes, cubiertos con piezas verdes de pijama, gorros, mascarillas y calzas en lugar de zapatos..



SALVAR OBSTÁCULOS

En la Unidad se respira un ambiente de resguardo y privacidad. Médicos y enfermeras parecen flotar con sus vestimentas quirúrgicas, se esmeran en mantener la contaminación externa alejada de los pacientes, que están cubiertos con piezas verdes de pijama, gorros, mascarillas y calzas en lugar de zapatos. Esa indumentaria representa una doble protección, pues al mismo tiempo que controlan el entorno más inmediato del paciente, previniéndolo contra bacterias y agentes infecciosos, también resguardan a médicos y enfermeras de los residuos nucleares dejados por los fármacos. Se trata de la esterilización puesta al servicio de la adecuación del medio, que en mucho asegura la efectividad del tratamiento. Es necesario que las nuevas células se aniden y proliferen con bondad en el organismo que ha sido trasplantado.

Los diagnósticos adquieren las denominaciones de acuerdo a sus síntomas, a su naturaleza, o al nombre de quienes describieron el padecimiento por primera vez: leucemia aguda, leucemia crónica, linfoma de Hodgkin, linfoma No-Hodgkin, mieloma múltiple, aplasia medular, mielodisplasia. Leucemia, por ejemplo, proviene del griego leucos, (blanco) y de emia, (sangre); esto es, sangre blanca. Se trata de un cáncer hematológico que provoca un aumento incontrolado de los leucocitos o glóbulos blancos. La enfermedad de Hodgkin, por su parte, es un tipo de linfoma maligno que fue reconocido por primera vez en 1832 por el médico británico Thomas Hodgkin. Estas enfermedades cubren más del 90% de los trasplantes realizados en la UTMO.

En la Unidad se realizan varios tipos de trasplante: el autólogo (con células estimuladas del mismo paciente), el alogénico (con células estimuladas de un familiar donante), y el que se realiza a partir de la recolección y conservación de las células madre de la sangre del cordón umbilical.

El equipo médico profesional está integrado por diez médicos especialistas, dos bioanalistas y treinta enfermeras. Cuentan también con el apoyo de administradores, secretarias y personal de mantenimiento. El área de trasplantes cuenta con diez camas (cuatro de aislamiento y seis de semi aislamiento), dispuestas en habitaciones pulcras y separadas. También dispone de unidades especializadas de aféresis, procedimiento con el que se extraen los componentes sanguíneos destinados a la transfusión, y de criopreservación, procedimiento con el que se congela la médula hasta que es trasfundida.

El Dr. Marcos Hernández aclara: “Por ser la única en Venezuela que ofrece trasplantes de médula ósea de forma gratuita, la demanda de pacientes que acuden a las instalaciones desde todos los estados es muy alta. Nos remiten niños y adultos, tanto de instituciones públicas como privadas”. El orden que se respira en la Unidad contrasta con el bullicio del área de consulta del Servicio de Hematología, en donde se atienden, detectan y evalúan desde una simple anemia hasta una potente leucemia, con procesos que pueden ir desde un examen de laboratorio hasta sesiones de quimioterapia. El servicio recibe un promedio de cincuenta pacientes diarios, 250 consultas semanales.

La UTMO está enclavada en la Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera y buena parte de sus recursos están gestionados por la Fundación Carabobeña para la Atención de Enfermedades Hematológicas (Funcanhem). Como unidad de investigación, está adscrita a la Universidad de Carabobo, por cuyo intermedio se procura el mantenimiento de personal contratado en servicios y el respaldo institucional para auspicios de congresos, cursos y foros necesarios para la preparación de personal.

La UTMO también busca apoyos de fundaciones públicas y privadas, sobre todo para cubrir necesidades de infraestructura. Organizaciones carabobeñas se han sensibilizado con la importante labor, como la Fundación Magallanes, que ha hecho aportes económicos, y la Fundación Avanica, que ha asumido la reestructuración del área de consulta.

Una organización sin fines de lucro llamada Juegaterapia Venezuela, ha visitado la Unidad para apaciguar los temores y las angustias de los niños pacientes con cáncer a través del juego y la imaginación.



Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera.



SALVAR VIDAS

El Dr. Hernández ofrece una breve descripción del protocolo del trasplante: “La médula ósea es un tejido indispensable para la vida ya que en ella se producen las células de la sangre y del sistema inmunitario. Allí se anidan las células progenitoras, capaces de producir todas las células de la sangre: los glóbulos rojos, que transportan el oxígeno; las plaquetas, responsables de la coagulación, y los glóbulos blancos, comprometidos con la defensa del organismo. Una persona con una médula ósea disfuncional, que pierde la capacidad de protegerse contra las infecciones, va a desarrollar rápidamente anemia y falta de plaquetas”.

“Dependiendo del grado de benignidad del padecimiento, una primera etapa puede consistir en el suministro de tratamiento farmacológico, previa realización de múltiples exámenes que le permitirán al médico determinar la patología exacta. Si, por el contrario, la enfermedad tiene características de malignidad, con reducidos porcentajes de responder positivamente a los tratamientos, entonces se recurre al trasplante de médula ósea”.

Los nuevos y cada vez más efectivos fármacos disponibles para la prevención y tratamiento de cada una de estas enfermedades, como los inhibidores que se prescriben para la leucemia mieloide crónica, permiten alcanzar resultados satisfactorios, lo cual ha reducido el uso del trasplante de células genéricas. Antes, previamente a la aparición de estas drogas, la mayoría de estos pacientes eran sometidos a trasplante.

Imaginemos lo que significa “limpiar” un organismo del líquido que, convertido en sangre, es capaz de penetrar cada escondite de su cuerpo, como un enemigo latente.

“El procedimiento de trasplante autólogo consiste en la inyección, vía intravenosa, de las células madre del mismo paciente o de otra persona que sea compatible. Una vez que las células han sido trasplantadas, empiezan a transformarse en glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas sanas. Durante esta fase, el paciente permanecerá hospitalizado en nuestra Unidad bajo unas condiciones especiales de cuidado, aislamiento y monitoreo, pues su estado es sensible a infecciones provenientes del exterior. El período de hospitalización de los pacientes puede variar entre cuatro y seis semanas. Y al salir, el paciente debe regresar a reconocimientos periódicos por seis meses, por un año o por el resto de la vida, dependiendo de las dificultades del caso”.

Hoy en día las fuentes para la obtención de las células genéricas se han diversificado. Con el avance del conocimiento sobre los diversos tipos de células madre, el campo terapéutico ha crecido. Además de la médula ósea, que se extrae del esternón, las vértebras, la pelvis y la cadera, también pueden obtenerse células del cordón umbilical o de la sangre periférica.

“En este momento, estamos en condiciones de realizar trasplantes con células provenientes del cordón umbilical. La sangre del cordón umbilical, recolectada cuando el niño nace, puede ofrecer una poderosa y única oportunidad de recuperar su salud si se le presenta alguna enfermedad en el futuro. Con un proceso relativamente sencillo, las células precursoras pueden recogerse justo en el nacimiento del bebé, ya sea por parto natural o cesárea. La sangre de cordón umbilical debe procesarse y congelarse dentro de las 48 horas luego del nacimiento”.

Esto conduce a platearse como una importante política de Estado la creación de un Banco Nacional de Cordón Umbilical, pues las células obtenidas a través de este procedimiento tienen compatibilidad total para que el trasplante se realice con éxito. Las células se obtienen sin ningún riesgo para la madre y el recién nacido, y además tienen la menor posibilidad de transmitir enfermedades infecciosas. Preservar o resguardar la sangre del cordón mediante este mecanismo se convierte en una póliza de vida.
Relatos de vida


Entrar en la UTMO es también entrar en un campo de sentimientos, esperanzas y alientos que conmueve. El encuentro con los pacientes, al mismo tiempo que aflige, ilumina. En sus rostros se puede adivinar a seres que pesan sobre un pedazo de mundo, que reflejan una luz titubeante o sumisa, que miran con sus cuerpos. La historia de los casos tiende puentes entre la biografía médica y humana, dejando huellas capaces de despertar afectos y cambios espirituales en el otro. Uno en particular, sirve para ponderar los niveles de relación establecidos entre los pacientes y la Unidad.



Aspirado de médula ósea.



Sarón Noemí Díaz Ríos rememora su experiencia: “Cada 29 abril llega a mi mente el recuerdo de aquella mañana del año 1997, cuando Dios me envío a esta casa. Fui diagnostica con un Linfoma No Hodgkin, una especie de tumor en el mediastino, que me estaba comprimiendo el corazón y el pulmón izquierdo. Me costaba respirar, y hasta hablar. Esa mañana llegué al Servicio de Hematología. Fui atendida por el Dr. Marcos Hernández”.

El tumor de dieciocho centímetros había puesto un obstáculo en su vocación de cantante, que ya asomaba desde niña. Con la paciencia y ponderación necesarias, el Dr. Hernández explicó a los padres de Sarón cuán grave era la afección, cuáles serían los procedimientos que vendrían. Una frase dicha por el médico aún retumba en la mente de la joven que hoy tiene 24 años: “Dios tiene la última palabra”.

Luego del protocolo de exámenes, comenzó el procedimiento. Sarón fue intervenida quirúrgicamente para practicarle una biopsia al tumor. Sufrió un paro respiratorio y tuvo que ser trasladada a la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos. Su cuerpo de niña opuso resistencia a la enfermedad. Examinada con los métodos, en un diálogo humano y profesional, despertó siete días después. Confiesa que los primeros rostros que vio fueron el de su padre y el del Dr. Marcos Hernández.

“Mi vida había cambiado, había dado un giro de 180 grados. Yo despertaba en una posición de dependencia de la misericordia de Dios. Luego del suministro de la quimio y la radio, el tumor disminuyó. Y para la Gloria de Dios entré en remisión completa, clínica y hematológica. Al año ya era notoria mi recuperación, que se ha mantenido hasta hoy. Y para sorpresa de todos, sin ningún efecto adverso en mi estado general. Después de estar a punto de perder la vida, ahora les digo a mis pacientes que si Dios lo hizo conmigo, con ellos también lo hará”.

Hoy en día, la joven Sarón Díaz es enfermera especialista en Trasplante de Médula Ósea. Se desempeña en la Unidad como Técnico en aféresis y criopreservación celular. Además, es coordinadora de Registro Nacional e Internacional en Trasplantes de Médula. Se siente recompensada en conocimientos, experiencia y formación humana, que ha recibido de profesionales como el propio Dr. Marcos Hernández. “Cuando Dios te hace pasar por situaciones tan difíciles y te deja viva, no es posible quedarse callada, con los brazos cruzados. Es necesario retribuir con fortaleza y optimismo a los pacientes que ingresan a la Unidad”.



Sarón Noemí Díaz Ríos.



EXTENSIÓN SOCIAL

Así como se alude a la tradición del maestro como representación guía, asimismo las instituciones se sostienen por voluntades humanas, sobre todo cuando la labor se ha desarrollado con honestidad científica, dejando un legado de conocimientos a la sociedad.

La UTMO se concentra no sólo en trasplantes de médula ósea sino que también ha auspiciado una intensa labor social en beneficio de los pacientes de escasos recursos. Adicionalmente, todos sus hallazgos y prácticas se convierten en líneas formativas, científicas y humanísticas, de cuyas fuentes beben todos los profesionales e instituciones médicas del país.



“...la demanda de pacientes que acuden a las instalaciones desde todos los estados es muy alta. Nos remiten niños y adultos, tanto de instituciones públicas como privadas”.


La Unidad ha aportado admirables soluciones de índole médica, descubrimientos en materia de trasplantes, estímulos en el campo de la investigación. Estos legados pueden comprobarse en ediciones médicas, acreditaciones científicas y reconocimientos académicos.

El trabajo de la UTMO, desde el punto de vista asistencial y científico, es comparable con cualquier centro de trasplante del mundo. Esta merecida jerarquía le ha permitido relacionarse con instituciones especializadas como el Hospital St. Jude, de Menphis, EE.UU., cuya política institucional respalda la formación de centros médicos afiliados. Igualmente ha tenido médicos en entrenamiento de trece países: Brasil, Chile, China, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Jordania, Líbano, México, Marruecos y Filipinas.

Especialistas de la UTMO han impartido formación básica en trasplantes a personal médico y paramédico de la Universidad Central de Venezuela, Universidad de Los Andes, Universidad del Zulia y Universidad “Lisandro Alvarado”. También ha dictado conferencias a escala nacional en congresos de hematología y sociedades médicas. Conjuntamente con la Unidad de Trasplante del Hospital de Clínicas Caracas, la UTMO organiza cada dos años las Jornadas de Trasplante de Médula Ósea, con la asistencia de invitados internacionales de alto nivel académico.

El modelo médico, como referencia académica, trasciende los límites del estado Carabobo para recibir residentes de tercer año del postgrado de Hematología de la Universidad de Los Andes. Un buen ejemplo sería la doctora Elizabeth Blanco, médico egresada de la ULA. Una vez culminada la residencia en el Ambulatorio de Capacho y en la Emergencia del Hospital Central de San Cristóbal, inició su formación de posgrado de Hematología en la ULA. Estos estudios le ofrecieron la oportunidad de realizar pasantías en la Unidad de Trasplante, donde no sólo se impregna de conocimientos profesionales: “Aquí he aprendido calidad humana, sentido de pertenencia, solidaridad, trabajo armónico y saludable, el don de gente para tratar con los pacientes”.


Doctora Elizabeth Blanco, médico egresada de la ULA.


El legado profesional o la memoria científica del doctor Abraham Sumoza están a buen resguardo. Ya son 27 años de continuidad, profesionalismo y perseverancia. A la experiencia diaria de los trasplantes se suman las publicaciones nacionales e internacionales, la presentación en eventos científicos, la práctica viva de los quirófanos, los productos o prácticas médicas, los diseños de programas de trasplante, la elaboración de protocolos diversos, el intercambio científico con instituciones internacionales, la residencia de doctores e investigadores, las pasantías de estudiantes de postgrado, los premios y reconocimientos, los programas para ayudar a los más desvalidos y, sobre todo, la conciencia de ser los primeros en innovar y también los primeros en mantenerse con los más altos estándares de calidad.







El Dr. Marcos Hernández es médico cirujano egresado de la Universidad de Carabobo en 1986. Tiene Post Grado de la Gobernación del Distrito Federal, por residencia Programada de Pediatría, en 1990, y de la Universidad Central de Venezuela, como Médico Hematólogo, en 1992. Es profesor de Medicina en la Universidad de Carabobo desde 1993. Su vocación de asistencia médica lo ha colocado en los servicios de hematología, no sólo de la Unidad de Trasplante de Médula Ósea “Dr. Abraham Sumoza”, de la Ciudad Hospitalaria “Dr. Enrique Tejera de Valencia. Prestó servicio como Hematólogo en el Hospital Dr. Molina Sierra, en Puerto Cabello, desde 1995 hasta 2005. Y en la actualidad asiste a sus consultas en el Hospital Metropolitano del Norte y en el Centro Policlínico Valencia. Es miembro de la Sociedad Venezolana de Hematología, de la Sociedad Americana de Hematología, de la Sociedad Europea de Hematología y del Colegio de Médicos del estado Carabobo.





Reportaje de Rafael Simón Hurtado





Fotografías de José Antonio Rosales: (Chirgua, 1968) Diplomado en fotografía. Fotoperiodista de la Universidad de Carabobo. Miembro del Círculo de Reporteros Gráficos. Premio Bienal Nacional de Fotografía.