jueves, 9 de febrero de 2012

Leer para comprender el mundo


Foto de Ever González


Leer es un verbo que contiene todos los verbos del mundo. Un gesto, un ademán, un continuo guiño a la vida. Es aceptar como posible la incertidumbre. Quien lee, ejercita su capacidad lectora del mundo, y quien es un lector del mundo, es un lector de sí mismo.

La lectura es un arte que activa la razón y las emociones; un arte que requiere que rescribamos nuestros sentidos mientras desciframos la palabra.

Y también es placer, porque con ella se renuevan las fibras de la razón, desde aquellos imaginarios que parten del laberinto de los recuerdos. Leer es permitir que la vida se inserte íntimamente en nosotros y nos haga coautores de su latir. Y en esa intimidad, nos conectamos, mediante otras voces, con nuestra esencia y con la Creación.

Aprendemos de las diferencia, y de las semejanzas. Nos confrontamos con las distintas vidas que nos interpelan desde los libros, y nos cuestionamos en nuestras creencias.

Y aunque a veces reducimos el significado de leer, a leer textos escritos, la lectura primera, es aquella que el ser humano hace desde que nace y que no deja de hacer hasta que muere.

Entendidos el libro y la lectura como los medios que incentivan la curiosidad incansable para comprender el mundo, el lector abre su mente para el encuentro creador con el texto, para satisfacer el apetito indomable de amar, la avidez de soñar y construir y la serenidad para vivir.