viernes, 11 de septiembre de 2009

El invento perfecto


Manuscrito del siglo XIV, conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid. Códice miniatura, de 176 páginas, que contiene la vida de Petrarca y su última obra: Los Triunfos.



El libro fue en su momento un fabuloso invento que significó un inestimable anticipo de la tecnología relacionada con la conservación del conocimiento. A diferencia de las frágiles colecciones de rollos, los libros mantenían unidas las hojas tenaces que se resguardaban extendidas y protegidas por unas gruesas y resistentes tapas.
Este magnífico portento creado por la inteligencia humana podía costar lo mismo que un caballo, una armadura o un medallón de oro.
El milenio que acaba de concluir vio nacer y expandirse este invento que, según el escritor y especialista en libros Alberto Manguel, nació perfecto. Con él, las lenguas modernas de Occidente y las literaturas que han explorado las posibilidades expresivas e imaginativas de esas lenguas, se propagaron.
Por eso, quizás, la mayor señal de que el milenio que acaba de terminar ha quedado efectivamente atrás, sea la insistencia con que nos interrogamos sobre la suerte del libro en la era tecnológica
Sin embargo, la fe en el futuro de nuestra cultura se ha sostenido y se sostendrá durante mucho tiempo más en la certeza de saber que hay cosas que sólo la palabra entintada, con sus medios específicos, puede dar.
Por medio de esa palabra, quien piensa, ha podido tender un puente de una soledad que es sólo suya, a otra que se completa en la compañía del lector.